La balanza inmóvil

Listillos y delincuentes

Hay delincuentes que no les salva ni la presunción de inocencia, tan importante en esta Constitución que está a punto de ser violada. Y es que, cuando una cosa es verde y huele a romero, es romero

Paul Newman y Robert Redford en 'El Golpe' (1973), dirigida por George Roy Hill.

Paul Newman y Robert Redford en 'El Golpe' (1973), dirigida por George Roy Hill. / Universal Pictures

Listillo/a/e (no quiero dejar a nadie fuera) es quien hace travesuras pequeñas. La RAE diría que es la persona que se muestra más hábil que los demás, para sacar provecho de algo y, a menudo, a costa de ellos. Por el contrario, el que lo hace a lo grande, perjudicando a una o varias personas, es un delincuente. Lo único que une a unos y a otros es la motivación, que no es otra cosa que el interés personal en contra de los demás.

Juzguen ustedes mismos en estos sucedidos que les trasmito quién es listillo y quién es delincuente. El Lazarillo de Tormes, que por pícaro le mangaba comida y timaba a su jefe ciego, que tenía malas pulgas. No sé si están de acuerdo conmigo en que puede ser considerado listillo, porque engañaba para comer. El hurto famélico era su inspiración, considerado tradicionalmente como un estado de necesidad, que le eximía de culpa. Otra cosa es que robe whisky, y cuando lo llevan a presencia judicial, alega que era para dar de comer a sus hijos, que también lo he visto. Hay delincuentes que no les salva ni la presunción de inocencia, tan importante en esta Constitución que está a punto de ser violada. Y es que, cuando una cosa es verde y huele a romero, es romero. Lo que pasa es que hay también dos clases de delincuentes en este sentido. Unos son los que roban a un ladrón que, dice el refrán, tienen cien años de perdón. Y otros, los que timan a gente honrada, engañándolos para que emitan un acto de voluntad que después es defraudado, al cambiar la base o los presupuestos que le llevaron a emitir libremente ese acto de voluntad.

Como ejemplo de lo que el marqués de Santillana en el siglo XV dijo, o López de Úbeda en el XVII, sobre el que roba a un ladrón, tengo que referirme al mejor filme de todos los tiempos (dicho por alguien que no es cinéfilo, por lo que quizás esté equivocado) El Golpe, donde Johnny Hooker (Robert Redford) y Henry Gondorff (Paul Newman), timan en Chicago a un gánster, Doyle Lonnegan (Robert Shaw), a través de las apuestas de carreras de caballos. Pero si se creen que eso es fantasear, miren lo que está investigando nuestra Audiencia Nacional: la existencia de una red que apostó en Qatar con el retardo de la TV. En la peli, la estafa se cometía a través de apuestas en carreras de caballos, retransmitidas por la radio. Ahora es el fútbol y por la tele. En efecto, los listillos-delincuentes apostaban a variables sabiendo lo que iba a ocurrir. Personas en los estadios de futbol, donde se jugó el pasado mundial, chivaban lo que acababa de ocurrir y, entonces, se hacían las apuestas. Las alarmas saltaron por marzo del año 2022, cuando un apostador rumano, residente en Guadalajara (España), había levantado sospechas en las casas de apuestas, por haber jugado casi tres millones de euros en dos años, a pesar de contar con una edad de solo 38. Empezó apostando en carreras de caballos, en partidos de baloncesto, en carreras de galgos y en juegos de tenis de mesa. Toda una joya el joven. La policía investigó y descubrió una red que se dedicaba a amañar partidos de todo tipo, y a apostar sobre seguro, incluido el mundial de futbol. Pagaban 250 euros a los enviados al campo y ganaban 13.000 euros. Todos estos supongo que pertenecen al segundo grupo de listillos, pues siempre -presuntamente claro, aunque sean romero- infringen la ley. Esa misma presunción constitucional de inocencia que ampara a Iberdrola, por ejemplo, cuando acaba de sentarse en el banquillo (aunque en realidad es una silla) acusada de alterar el precio de la luz. La fiscalía pide una multa de 85 millones de euros y el decomiso de las ganancias obtenidas con esa alteración. Ya le vale, con lo mal que se pasa pagando la luz a precio de aceite de oliva. El fiscal asegura en el juicio que esa empresa maniobró, de noviembre a diciembre de 2013, para incrementar el precio de la energía que vendía, más allá del que debiera resultar de la libre concurrencia de la oferta y de la demanda, con la finalidad de perjudicar a los consumidores. Por último, les cuento que el Supremo acaba de sentenciar que los falsificadores de marcas deberán indemnizar a estas, aunque no vendan copias. Se acabó Martini o ‘Maritrini’, Adidas o ‘Adimas’, y Kit Kat o ‘Kat Kot’. ¡Cuánto listillo y cuánto delincuente!

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