Noticias del antropoceno
¿Quién teme a las nuevos fármacos adelgazantes?
El objetivo obvio es boicotear el inminente acuerdo que se estaba tejiendo entre bastidores para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudí y el Estado de Israel, que habría alterado sustancialmente el tablero de la zona
Como puedo atestiguar por mi propia experiencia, estos días es más complicado encontrar el Ozempic en las farmacias que encontrar el tesoro perdido de Agamenón entre las ruinas de Micenas. Y es que el éxito de este y otros fármacos adelgazantes es tan brutal, que se ha convertido en misión imposible para sus fabricantes resolver los frecuentes episodios de desabastecimiento. Hasta veinte peticiones en espera tiene la farmacia que tengo más cercana. Así está la cosa y ello merece una explicación.
Como mucha gente sabe (yo escribí del tema por primera vez en este diario hace más de dos años), todo surge de un principio activo, la tirzepatida, cuyo objetivo declarado era combatir la diabetes tipo 2 con una estrategia alternativa en pacientes cuya situación médica les impedía tomar los medicamentos estándar para reducir su nivel glucémico.
Sorprendentemente, los investigadores de Novo Nordisk, un laboratorio noruego, se encontraron que la muestra de pacientes a los que se administraba, sufrían como efecto secundario una notable pérdida de peso, entre el 10 y el 15% después de un tratamiento continuado de año y medio. Y no solo eso, porque un estudio reciente del mismo laboratorio ha puesto en evidencia que el mismo fármaco contribuye a una disminución significativa, más allá del 20%, de incidentes cardiovasculares en los sujetos que se sometieron a una prueba controlada.
La nueva droga, a las que le están siguiendo otras de igual o parecida composición como la del laboratorio Lilly con su marca Mounjaro, actúan de tres formas: controlan el apetito, aumentan la sensación de saciedad y facilitan la evacuación. O sea, una panacea, como ya escribí en mi primer artículo sobre el tema.
Lo que nadie esperaba era la reacción de la industria de los snacks y aperitivos a la popularización del Ozempic o Mounjaro, en la medida en que podría afectar gravemente a sus intereses si la gente disminuye la ingesta de porquerías entre comidas por falta de apetito. Eso me recuerda lo que el popular nutricionista Dukan aconseja en su famoso libro: nunca te comas lo que vendan en una gasolinera.
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