Tribuna Libre

La ‘exclusión’ como fórmula escolar

Agrupar a todos los niños y niñas con necesidades especiales que necesitan de un auxiliar técnico educativo convierte los centros en guetos, tienen los recursos, pero también se concentran los niños, vivan donde vivan, desarraigándolos de su entorno y haciendo imposible la conciliación

Niños entrando al colegio.

Niños entrando al colegio. / Israel Sánchez

María de los Ángeles García Peñalver

«Buenas tardes, me llamo Ana Belén, soy la madre de un niño de 3 años con trastorno del espectro autista y no me dejan escolarizarlo en el centro donde va su hermano. ¿Me puedes acompañar a Atención a la Diversidad para volver a pedir que pongan un auxiliar educativo que mi hijo necesita en el centro de Javalí Nuevo, al que va su hermano? Por el bien emocional de mi hijo necesita ir con su hermano, siempre se ha apoyado mucho en él, ha sido su referente. No me hacen caso y me mandan a la otra punta del pueblo. No sé cómo quieren que pueda estar en la dejada y recogida de los dos al mismo tiempo».

La voz que sonaba al otro lado del teléfono era la de Ana Belén. Estaba nerviosa y transmitía la preocupación que vivía, ahora que se acababa el tiempo y parece irreversible.

Ser madre o padre es una tarea difícil, pero cuando hablamos de niños o niñas con discapacidad esto supone elevar al cuadrado la ecuación de la complejidad de la crianza.

Así conocí a esta madre coraje, otra más, que me pedía ayuda como miembro de la ‘Plataforma Ningún niñ@ sin ATE’. Son muchas las que, además de atender las especiales demandas de sus hijos, les toca pelear con la administración para conseguir algo tan básico como es la escolarización de su pequeño. Eso, a pesar de que el partido que gobierna la Región desde hace cuarenta años tenga como lema de campaña y de política educativa la libertad de elección de centro. Las personas que trabajamos desde hace tiempo para conseguir recursos personales que posibiliten la inclusión educativa de los niños y niñas con alguna discapacidad (en mi caso como delegada de la Federación de Enseñanza de CC.OO.) sabemos que cuando hablan de elección de centro no se refieren a que tu hijo o hija pueda ir con su hermano al colegio de tu pueblo o barrio, sino que lo lleves a un centro privado si quieres, para eso sí hay recursos.

 «Es una sensación de impotencia tremenda», suspira esta madre tras la entrevista con uno de los responsables de Atención a la diversidad. «Me dan largas y la respuesta es que es muy difícil, y estamos a 9 de octubre. ¿Qué puedo hacer?».

A día de hoy, el hijo de Ana Belén no va al mismo centro que su hermano ¿Esta es la respuesta educativa de la Consejería de Educación para este alumno? Separa a los hermanos y que la madre se las apañe, todo se hace por los hijos. Agrupar a todos los niños y niñas con necesidades especiales que necesitan de un auxiliar técnico educativo convierte los centros en guetos, tienen los recursos, pero también se concentran los niños, vivan donde vivan, desarraigándolos de su entorno y haciendo imposible la conciliación. Esta es la idea de inclusión para nuestro consejero de Educación. Esta situación se viene repitiendo cada comienzo de curso. Niños y niñas alejados de sus barrios o pedanías por no dotar de un personal de atención a sus necesidades básicas, imprescindible para su escolarización.

Luego escuchamos al presidente de nuestra comunidad, al señor López Miras, repetir hasta la saciedad que esta es la mejor tierra del mundo, y ya estoy un poco harta, porque podría serlo, pero hay tanto por hacer… 

No basta con decirlo, señor presidente, hay que trabajar para mejorar la vida de la gente. Mientras, tenemos a una madre yendo diariamente a dos centros distintos a recoger a sus hijos para que tengan la atención que necesitan porque, parece ser, que el derecho a la educación solo es para unos pocos afortunados que, además, pueden elegir si voy al colegio concertado o al público.

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