El prisma

La pesca del voto

Núñez Feijóo tiene legitimidad para participar en las manifestaciones contra el Gobierno de Sánchez, por más que nos choque su protagonismo callejero con motivo de estos actos ciudadanos

Pablo Molina

Pablo Molina

Los políticos que ejercen el poder no deberían participar en manifestaciones de protesta, para no insultar a la inteligencia de los ciudadanos. ¿Cómo entender que se echen a la calle a denunciar un problema precisamente los que han de resolverlo? A pesar de esa cuestión elemental, hay políticos que se cuelgan de la pancarta, aunque tengan responsabilidades públicas, como ha ocurrido con el tema del agua en Murcia o las manifestaciones feministas en el Día de la Mujer, donde las ministras del Gobierno de España salen a gritar por las calles contra la opresión machista que ellas no solucionan desde los ministerios que ocupan, a pesar de que les pagamos para ello. Otra cosa es cuando el político manifestante está en la oposición. Ahí ya hay barra libre para participar en cualquier concentración de rechazo, porque si alguien ha de oponerse al Gobierno, desde luego es el partido de la oposición, como su propio nombre indica.

De todas formas, no es agradable ver a un político agarrando una pancarta, aunque esté en la oposición. No les pagamos para eso. Además, las manifestaciones contra una medida gubernamental no pueden ser capitalizadas por ningún partido, sino que es la propia sociedad la que tiene que manifestar su rechazo a la medida o conjunto de medidas de que se trate, por considerarlas lesivas para la libertad y los derechos de los ciudadanos. Desde esa perspectiva, salir a la calle para tratar de evitar la amnistía que Sánchez está negociando con sus socios separatistas es un deber cívico que comparte la inmensa mayoría de los ciudadanos; incluidos algunos (no muchos, esa es la verdad) que votan a partidos izquierdistas y no están dispuestos a que un tarado, que huye en el maletero de un coche para evitar responsabilidades penales, acabe con el régimen constitucional solo para que Sánchez siga en La Moncloa y Yolanda Díaz en la vicepresidencia del Gobierno de la Nación.

Feijóo irá este domingo a Barcelona, aunque lo hará como un español más de a pie. Claro que sí, por eso tendrá a todas las cámaras de televisión, emisoras de radio y fotógrafos de medios nacionales e internacionales enfocándolo constantemente durante el recorrido de la marcha, como cualquier ciudadano más. Pero su presencia en la manifestación convocada bajo el lema «No en mi nombre. Ni amnistía ni autodeterminación» es coherente con lo que defiende el Partido Popular en materia de organización territorial. Otra cosa es que dentro de cinco años defenderá en todos los órdenes lo mismo que hoy el PSOE (como ha ocurrido con el Estatuto de Cataluña, el matrimonio homosexual, el aborto o el cambio climático), pero ese retraso temporal, aproximado de un lustro, le otorga suficientes credenciales para protestar en la calle contra una medida que, en estos momentos, rechaza de pleno.

Núñez Feijóo tiene, por tanto, legitimidad para participar en las manifestaciones contra el Gobierno de Sánchez, por más que nos choque su protagonismo callejero con motivo de estos actos ciudadanos. Los catalanes que se sienten españoles merecen también que el líder de la oposición, único presidente del Gobierno alternativo al sanchismo, vaya a apoyarlos frente la imposición de unos grupos minoritarios con aspiraciones secesionistas, que se han adueñado de la región catalana y sus instituciones como si aquello fuera una finca propiedad de la banda de los Pujol.

Lo más importante, a efectos políticos, es que igual en unos meses hay que acudir nuevamente a las urnas, lo que hace que este sea un momento excelente para que Feijóo use la caña y trate de pescar el mayor número de votos posible. 

En ello está.

Suscríbete para seguir leyendo