Nos queda la palabra

Desagradecidos

¿Cuántas frustraciones por no soportar el fracaso? Pues bien, qué mejor forma de evitar esa depresión, acostumbrando a los más jóvenes a vivir en barracones desde el principio

Julián García Valencia

Qué ingrato es gobernar. Les ahorro el gimnasio y el médico.

¿Habrá algo más sano que andar y más aún tras las caloríficas vacaciones? Pues van y me montan una buena porque faltan autobuses escolares. No encuentro mayor placer que levantarse temprano por las ya frescas mañanas y, acompañado o no de tu madre, recorrer las recoletas calles y el hermoso paisaje que rodea tu cole o instituto. Cargado con tu mochila, solo te hará falta sacarte el carné de la federación de senderismo para, incluso, sentir que respiras aire puro.

Como en el monte, comerás, además, lo que lleves. Porque otra de las novedades que nadie aprecia es que bien hemos quitado los comedores escolares o bien hemos reducido al mínimo el menú. Todo el mundo sabe que el minimalismo es cool. Una tendencia procedente del Japón que nos ha conquistado y nosotros, en la Región de Murcia, siempre estamos a la última. Allá pasar hambre te conecta con Dios. Primero espiritualmente y luego también físicamente.

Habrá algo más vintage (perdón por no utilizar a veces nuestro agredido español) que repetir plato. ¿Recuerdas esos relatos de tus abuelos en los que se inflaban a langostinos y cordero en las bodas, venga a insistir hasta saciarse?

No habrá ese problema en los centros educativos, pues vamos a ser los primeros en el informe PISA en no repetir, que ese es el objetivo, plato. Fuera repetidores. Nos vamos a sobresalir.

En resumen, el secreto de la longevidad es andar y engañar al estómago y, por tanto, aprender a sufrir.

¿Cuántas frustraciones por no soportar el fracaso? Pues bien, qué mejor forma de evitar esa depresión, acostumbrando a los más jóvenes a vivir en barracones desde el principio. Ya conocerán dónde colocar su camastro cuando terminen la universidad. Un favor que tampoco se me agradece.

La parte mala es que esta vida espartana amenazará el sistema público de pensiones... pero ¿a quién le interesa lo público?

Suscríbete para seguir leyendo