Ver, oír y gritar

Los negocios fraudulentos

Siguen instalados en su ola reaccionaria, queriendo desgastar al oponente e intentando propiciar nuevas elecciones saltándose los plazos legales. Todo esto sí es uno de los mayores negocios fraudulentos

Alberto Núñez Feijóo y José María Aznar.

Alberto Núñez Feijóo y José María Aznar. / FERNANDO VILLAR / EFE

Marc Llorente

No sé si se han dado cuenta de que España viene rompiéndose desde hace mucho tiempo y que nunca se rompe. La bola de cristal de algunos no funciona, por mucho que vean cosas a través de ella. O quizá no lo vean así, si bien siguen con la misma canción una y otra vez, como forma de organizar escándalos artificialmente y de intentar perjudicar al vecino a efectos de obtener adhesiones con el sensacionalismo y el acoso por bandera. Ellos y los suyos son expertos en groserías, y no pierden ninguna ocasión para demostrarlo permanentemente con su actitud ultraconservadora. Pueden tenerla, claro, pero muy distinto es disparatar y tener calentura política todos los días. 

Feijóo solo intenta ganar tiempo con su falsa investidura. Obstaculizar y generar conflictos ahora y mañana también, pensando que eso abre la puerta para tener un gobierno al servicio de unos cuantos y en contra de la mayoría de la población, que ese y no otro es el brillante programa de estas personas. ¿Cuál es su idea de «encaje» del problema territorial con Cataluña? Si habla de eso será porque no encaja adecuadamente. ¿Y alguna posible solución? Díaz Ayuso la tiene. Se corta el grifo y ya está. El independentismo es «un negocio fraudulento». ¿No tienen legitimidad, dentro del campo de la Constitución, por la fuerza mayor o menor de los votos? Otra cosa es que guste o no. Pero la realidad no es lo que a uno le dé la gana simplemente.  

Escucharemos las propuestas del gran líder Núñez Feijóo en la tribuna del Congreso, que consisten, aunque diga lo contrario, en boicotear la opción progresista, según ha venido haciendo durante toda la legislatura con el oscuro apoyo mediático habitual, y en golpear los derechos y las libertades en beneficio de las tijeras de los recortes sociales. Lo mismo de siempre. Este es el espíritu democrático que exhiben y el concepto que manejan en relación con el interés general. Residen en una realidad oscura y paralela. Esa actitud se parece a la del multimillonario australiano Tim Gurner, empresario que indica la necesidad de ver dolor en la economía y de aumentar el paro hasta un 50 %, ya que la riqueza y el poder son un cepillo de dientes que no se comparte.  

Las voces neurasténicas siguen dominando el paisaje de la oposición a cualquier atisbo de cambio o de desenredo. Afortunadamente, la Comisión Europea eleva las previsiones de crecimiento de nuestro país para este año, por delante de otros países. Y el PP, un partido del ayer que necesita reciclarse, continúa mirando a otra parte y echa cortinas de humo a fin de que no se vea la auténtica realidad. Es una lástima que la tremendista visión sobre la economía española no sea cierta. La derecha extrema y la extrema derecha estarían encantadas si así fuese. Cuestión de patriotismo y de todo por España. 

Es de suponer que en la eficacia, estabilidad económica y reducción de la inflación, a diferencia de los demás países de la UE, algo tendrá que ver el Gobierno de coalición progresista. Y ello a pesar de la presión al alza derivada de los precios de la energía. Suma y sigue. El nivel del PIB previo a la pandemia se recuperó el año pasado. De tal modo, sin echar las campanas al vuelo, el mensaje catastrofista no tiene visos de prosperar. No importa. Seguirán con bombos y platillos montando números circenses y calentando al personal. Carecen de argumentos eficaces y a ese flotador se agarran.

Muy probable es que Pedro Sánchez esté al frente de un nuevo Ejecutivo junto a Yolanda Díaz, pasando previamente por la investidura. Entre otros timos, está la tomadura de pelo de Feijóo por legal que sea. La «rebelión nacional», democrática o dudosamente cívica, está en marcha como si no fuese democrático cualquier acuerdo dentro del ámbito constitucional, en función del resultado de las urnas. No hace falta hacer hincapié en que gana unos comicios quien logra más apoyos parlamentarios, que no parece que sea el caso del presunto líder gallego, un barco a la deriva tutelado por Ayuso y Aznar, dos profesionales de la desestabilización y capacitados para incendiar, incluyendo a Cataluña. ¿Tan malo es avanzar, no quedarse inmóvil o no dar pasos atrás?   

Hay que recuperar el tiempo perdido ante la crisis climática, en favor de los salarios, la sanidad pública, las pensiones, las clases medias y trabajadoras, los más vulnerables o del feminismo. ¿A qué persona medianamente sensata puede molestar el catalán, gallego y euskera en la actividad parlamentaria? ¿No son lenguas del Estado español al igual que el castellano? ¿No se puede normalizar lo normal? Siguen instalados en su ola reaccionaria, queriendo desgastar al oponente e intentando propiciar nuevas elecciones saltándose los plazos legales. Todo esto sí es uno de los mayores negocios fraudulentos. Fraude, además, son las carencias y el menosprecio de algunos a los servicios públicos

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