El prisma

Hay margen para mejorar

La situación de la comunidad autónoma ofrece un ancho margen para que la gestión del Gobierno de coalición pueda percibirse por los ciudadanos como una circunstancia positiva que podrían premiar en la siguiente cita electoral

Pablo Molina

Pablo Molina

Hasta hace bien poco, todas las encuestas sobre la coyuntura política arrojaban un resultado abrumador a favor de las coaliciones gubernamentales. La gente (así, en general), quería que los políticos se pusieran de acuerdo para sacar al país de la crisis económica (provocada por los propios políticos, pero nadie caía en el detalle), y los grandes medios de comunicación proclamaron, satisfechos, que había llegado el fin de las mayorías absolutas.

Eso ocurría cuando la extrema izquierda era el movimiento político emergente, hasta el punto de que su líder ya se veía en La Moncloa, según declaraba ridículamente una y otra vez en el aluvión de entrevistas que los medios de masas le realizaron. Entonces, cuando la única posibilidad visible en el horizonte político era un Gobierno de coalición dirigido por la ultraizquierda, los medios saludaban esa posibilidad como una conquista política que nos situaba a la altura de las democracias más avanzadas. En cambio, ahora que las coaliciones se producen entre los partidos de la derecha, resulta que ya no valen los argumentos anteriores y que lo único decente es gobernar en solitario. Y si no es posible, a la oposición o a repetir elecciones. Todo muy democrático.

En la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia hay un Gobierno de coalición, una previsión que ya era asumida desde la misma noche de las elecciones autonómicas. No había ninguna otra posibilidad factible a tenor de los resultados y solo las exigencias tácticas de Feijóo en su campaña para tratar de llegar a La Moncloa impidieron que el acuerdo de gobernabilidad se alcanzara a los pocos días de sustanciarse la cita con las urnas. Después de más de tres meses de negativas del PP y una sesión de investidura fallida, al final se llegó al acuerdo que incluye, por supuesto, la presencia de consejeros de Vox en el Ejecutivo regional.

¿Tiene futuro este Gobierno? Claro que lo tiene, pero conviene tener presente que la política tiene un horizonte temporal que se extingue a los cuatro años. A partir de ahí, el diluvio y el que venga detrás, que arree.

No hay futuro en política, una actividad caracterizada por la inmediatez de su desempeño y la eventualidad de sus protagonistas, pero, aun así, la situación de la comunidad autónoma ofrece un ancho margen para que la gestión del Gobierno de coalición pueda percibirse por los ciudadanos como una circunstancia positiva que podrían premiar en la siguiente cita electoral.

Fomento, una de las consejerías que dirigirán los hombres de Vox, es un mastodonte esclerotizado que gestiona importantes líneas de acción, paralizadas durante meses y más meses en grave detrimento de sus potenciales beneficiarios. Si conocen a alguien que haya solicitado el Bono Alquiler Joven o esté esperando una ayuda para el alquiler de una vivienda con el deseo de emanciparse, simplemente pregúntenle. Su respuesta nos exime de cualquier aclaración.

Hay mucho margen para trabajar, pero teniendo siempre en cuenta que la comunidad de Murcia es una administración en quiebra técnica, sin recursos suficientes más que para mantener levantada la persiana y eso siempre que se siga incurriendo en un déficit anual que triplica el aprobado por Bruselas. Pocas alegrías se pueden hacer con ese presupuesto, como saben bien los populares. Por tanto, se trata de gestionar mejor lo que se tiene antes de imaginar nuevas líneas de actuación a mayor gloria de sus protagonistas.

La competición entre Vox y PP en Murcia, por tanto, no se basará en ver quién gasta más un dinero que no existe, sino en quién trabaja más y mejor. El futuro, si lo hay, pasa únicamente por ahí.

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