Bandera Alfa

No son recuerdos

José Soto

José Soto

José Soto

El pasado viernes día 4 me deleité con una noticia publicada en este periódico acerca de la recuperación de seis lingotes de plomo de gran valor arqueológico procedentes de Cartagena. «El hallazgo de estas últimas piezas permite pensar que nos encontramos ante un cargamento hundido de lingotes de plomo procedentes de Carthago Nova, dirección a Roma».

Todo hallazgo arqueológico, subacuático en este caso, debe ser estudiado científicamente, pues no sólo la pieza es importante, sino que su localización, disposición en el fondo, el lugar que ocupa entre otros restos… en fin, muchísimos datos que son increíblemente valiosos para obtener información.

Algunas personas desconocen estos términos, ven un objeto antiguo, ya sea ánfora, lucerna o cepo romano y piensan que en su casa tiene que lucir estupendamente, lo sacan de su lugar de reposo y destruyen toda, o parte de su información, descontextualizando así el pecio; además, pasado un tiempo, verá como ese ‘jarrón de barro’ se deshace ante sus ojos. Esto sucede porque toda pieza extraída de un entorno marino debe ser tratada con medios y técnicas adecuadas por los conservadores de los museos.

Pero no sólo esa es la única consecuencia, sino que estos actos pueden acarrear consecuencias penales o cuantiosas multas. El Código Penal castiga con penas de prisión de seis meses a tres años a quien vulnere su artículo 323, el cual versa sobre protección de patrimonio histórico, esto quiere decir que podemos pasarnos una buena temporada en lugar y compañía no muy grata. Igualmente, la Ley de Patrimonio Histórico Español y su análoga de la Región de Murcia, contemplan sanciones desde 100.000 euros hasta un millón para los que las incumplan.

La manera de actuar ante un hallazgo arqueológico casual es no tocarlo y comunicar a la Guardia Civil, Policía Nacional, administración autonómica o Museo local, ya que ellos pondrán en marcha los mecanismos establecidos al objeto para el correcto estudio del yacimiento.

No hay nada más gratificante que ver en un museo objetos debidamente tratados para su conservación y exposición, con leyendas explicativas de cada pieza, con esa luz tenue que los ilumina y resalta las imperfecciones y peculiaridades de cada ánfora o moneda, única por su creación artesanal. En Cartagena tenemos su máximo exponente en el ARQUA, Museo Nacional de Arqueología Subacuática, en el cual se encuentran objetos como la famosa mano sabazia, colmillos de elefante grabados, el barco fenicio Mazarrón I, cientos de ánforas y monedas de distintas épocas, y como broche final, parte del cargamento de monedas de oro y plata del pecio Nuestra Señora de las Mercedes, arrebatado judicialmente a los cazatesoros por parte de España.

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