Murcian@os de dinamita

Antonio Crespo, un hombre de cine

Antonio Crespo.

Antonio Crespo. / L.O.

Pascual Vera

Pascual Vera

En mayo de 2003 se cumplía medio siglo de una película murciana que hizo historia, y Antonio Crespo, escritor, periodista, crítico cinematográfico, estudioso del pasado regional, historiador de la literatura y maestro de críticos de cine y periodistas en general, presentaba la reedición, por parte del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, de la Revista Encuadre, una publicación de la que se nutrieron y con la que se expresaron muchos artistas e intelectuales de los años 50, auténtica referencia del importante movimiento de cineastas amateur que se dio en Murcia en ese tiempo e hizo de nuestra ciudad uno de los centros de referencia del país.

En esos momentos, se celebraba, además, el cincuenta aniversario de una película murciana mítica, un film que para valorar su importancia hay que ponerse en situación: corrían los últimos días del mes de mayo de 1953. El Cineclub del SEU, dirigido por un grupo de fervorosos cinéfilos, estudiantes o procedentes de la Universidad de Murcia, clausuraba la temporada en el cine Rex. La expectación era enorme, pues la película escogida para tal evento era Una aventura vulgar, un filme murciano, el primero que se realizaba en nuestra ciudad íntegramente por un grupo amateur, que acababa de alzarse vencedor en el certamen de cortometrajes más importante de España en aquellos momentos, el de Barcelona.

Aquel filme, rodado con tantas ideas como precariedad de medios, recogía el testigo del neorrealismo italiano, y utilizaba la Murcia pobre y atrasada de comienzos de los cincuenta como un magnífico escenario natural. La cinta supuso el nacimiento del movimiento de cine amateur en Murcia, que aglutinaría a decenas de apasionados por el cine en la región y que produciría en los siguientes treinta años un millar de películas, un patrimonio valiosísimo que hoy constituye un auténtico tesoro para la región. Hoy, Una aventura vulgar es un documento único sobre aquella Murcia que se nos fue, pero también una auténtica lección de cine para los nuevos aficionados y que fue posible gracias al tesón de aquellos aficionados encabezados por Antonio Crespo.

Antonio fue mi modelo regional de crítico cinematográfico, uno de mis maestros y la primera persona cuyas escritos de cine devoraba en mi infancia, allá por los comienzos de los setenta. Aquellos comentarios –siempre meditados y sosegados– de las películas que pasaban por el Coy o el Rex eran una auténtica escuela de cine para mí.

Pero Antonio Crespo fue mucho más para los aficionados al cine de nuestra región y a la cultura en general: escritor multipremiado de novelas y relatos breves e investigador de nuestro pasado regional a través de su buceo constante en revistas y publicaciones periódicas de nuestro ayer, así como creador de interesantísimas obras sobre narración cinematográfica. Un viejo teatro cuenta su historia, El lenguaje del cine, Cuentos murcianos de ayer y de hoy, La obra literaria de los periodistas murcianos y La prensa periódica en la ciudad de Murcia son tan solo un botón de la ingente y meritoria obra que dejó tras de sí este murciano que presumía de serlo y disfrutaba mostrando nuestro pasado.