Parece una tontería

Somos los mejores

A la inteligencia hay que agradecerle que no tenga demasiado en cuenta lo que pasa a nuestro alrededor para aseverar que las cosas van bien o mal

Juan Tallón

Juan Tallón

El mundo nunca va a tener buen aspecto. Eso es algo que tenemos presente y que olvidamos cada día, por suerte, porque de lo contrario no conseguiríamos dar un paso con la cabeza levantada. En un pasado casi lejano aprendimos a decir que los días son aceptables, o directamente buenos, sin tener en cuenta cómo va todo, porque ya sabemos cómo va. Nos preguntan qué tal, respondemos que más o menos, y seguimos como si nada, metidos en el caos y la bazofia hasta el cuello. A la inteligencia hay que agradecerle que no tenga demasiado en cuenta lo que pasa a nuestro alrededor para aseverar que las cosas van bien o mal. 

Una vez, en una pequeña novela de John Steinbeck, titulada Cannery Row, descubrí a un personaje que encarnaba perfectamente este espíritu: el de apañarse con lo que hay. El personaje era camarero ocasional. Bajo la barra del bar ocultaba una garrafa de un galón con un embudo en el gollete. Todo lo que los clientes dejaban en sus vasos, él lo vertía por el embudo antes de lavarlos. La mezcla de whisky, cerveza, vodka, bourbon, vino, ron y ginebra, y ciertos días crema de menta o anisete, daba como resultado un ponche que se llevaba a casa, y que él encontraba interesante. En última instancia, servía para emborracharse.

Es perfectamente normal convivir con humores opuestos: el de que la vida es pasable y el mundo un estercolero. En una realidad en constante cambio no se vive de una sola manera durante demasiado tiempo. Te volverías loco. Lo normal es ir dando tumbos, y asumiendo que ahora la cosa está bien y a continuación no puede estar ya peor. 

Hace unos días escuché en la radio a un señor diciendo que España se estaba suicidando desde hacía tiempo. Esa mañana, en cambio, yo estaba inmerso en una alegría que había estallado la noche anterior, y que parecía no diluirse. 

Así que todo es posible: que las cosas vayan mal y vayan aceptablemente. Quizá todo pierda gravedad aceptando que somos un país que no tiene arreglo, pero que en tanto que país sin solución, somos de los mejores.

Suscríbete para seguir leyendo