Mamá está que se sale

Lesly de la selva

Imagen del rescate de los menores hallados en la selva tras 40 días perdidos.

Imagen del rescate de los menores hallados en la selva tras 40 días perdidos. / FUERZAS MILITARES DE COLOMBIA/EFE

Elena Pajares

Elena Pajares

En 1972, un avión que llevaba a un equipo de rugby se estrelló en la cordillera de los Andes. Muchos murieron, unos en el impacto contra la cordillera, y otros por las heridas sufridas. Pero dieciséis de aquellos chicos sobrevivieron milagrosamente. Supieron, a través de lo que quedaba de la radio, que les daban por muertos. Y así, sin comida ni medios para resistir, decidieron que dos de ellos atravesaran la cordillera a pie y pidieran ayuda. La historia de superación de cómo se empeñaron en sobrevivir fue de tal magnitud que Piers Paul Read, entonces un periodista anónimo, contó que su libro Alive! iba a ser una historia inventada, inspirada en aquella epopeya, pero lo que le contaron fue tan impresionante, que se limitó a transcribir lo que ocurrió, tal y como le contaron. Puedes leer el libro, ¡Viven! Está en la Biblioteca Regional. O también puedes ver la peli, sale Ethan Hawke haciendo de Nando Parrado, uno de los que volvieron a pie. El triunfo del espíritu humano era el eslogan de la hazaña.

Hace unos días hemos asistido a otra historia de audacia y de fortaleza mental, del mismo calado que el Milagro de los Andes. Más, si cabe, ya que Nando Parrado y Roberto Canessa, los que volvieron, eran jugadores de rugby, fornidos y adultos. Pero Lesly, la niña de 13 años que sobrevivió al accidente de avión en la selva colombiana, estaba ella sola, con tres niños más pequeños que ella, uno de ellos un bebé de un año, perdidos en algún punto en mitad de la nada.

Para saber hasta qué punto ha sido una gesta heroica, hay que entender qué supone la selva, con qué embates se encuentra quien se adentra en ella. Hablamos de árboles que caen, de ríos caudalosos, de jaguares, anacondas, pirañas o simplemente de insectos que te comen vivo, de plantas que se vuelven fosforescentes de noche, y de todos los momentos de angustia y dificultad, como la noche oscura, cuando no se ve más allá de la mano. 

El sentimiento es de inmensa admiración hacia Lesly. Sólo puede explicarse el final feliz desde la capacidad humana de superación y desde la fortaleza mental de saber que les iban a encontrar.

Ahora se ha sabido que una vez muerta la madre, estuvieron unos días esperando por si venían a buscarles, y más adelante la niña se adentró en la selva buscando un refugio, sin saber muy bien dónde. Cogió del avión una lona con la que resguardarse, una linterna, móviles con los que se entretuvieron los pequeños mientras duró la batería, y las bebidas que encontró. 

Tuvo la precaución de ir dejando rastros. Como el biberón que le fue dando al bebé poco a poco hasta que se acabó. Gomas del pelo o zapatos. Todo sobre ramas o en caminos.

El ejército colombiano y las comunidades indígenas buscaron a los niños sin parar, haciendo sonar la voz de la abuela, pidiéndoles que se quedaran en un punto fijo para facilitar el encuentro, e incluso conjurando a la Madre Naturaleza, por si era ella quien los escondía para quedárselos.

Pasaron así un mes, escondiéndose en los troncos de los árboles para no asustarse, comiendo frutos de los árboles y bebiendo agua de las plantas.

Cuentan quienes les rescataron que el niño de 5 años (los cumplió en la selva) ya no podía andar de puro agotamiento, y estaba acostado en la lona, pero orientado y consciente. Nada más ver a los rescatadores dijo «mi mamá se murió». Ellos le contestaron que venían a llevarles a casa, que les mandaba su padre y que tenían más familia esperándoles. Pobrecillos. 

Obviamente lo que han vivido les acompañará siempre, pero el saber que han sido capaces de salir adelante, de sobrevivir en condiciones totalmente adversas y hostiles, que han sido fuertes y valientes, es un algo que formatea el alma, y yo creo que la formatea para bien.

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