El retrovisor

Érase una vez

Miguel López-Guzmán

La cronología en aquel año de 1979 fue rica en noticias desde sus inicios. ETA y GRAPO seguían tiñendo de sangre España. La prensa rosa se hacía eco de la boda de Sara Montiel con el empresario Pepe Tous y las noticias internacionales se centraban en el exilio del Sha de Irán. Reza Pahlevi tras la victoria de la revolución del imán Jomeini.

El 1 de marzo, UCD vence en las primeras elecciones celebradas tras la aprobación de la Constitución española.

El último alcalde murciano del Régimen, Clemente García, estaba muy dolido, porque a pesar de las reuniones celebradas con los partidos concurrentes a aquellas primeras elecciones municipales, en las que se observó el acuerdo de no ensuciar la ciudad. Los partidos políticos que integraban la comisión de seguimiento y control de propaganda electoral, pusieron el grito en el cielo, ante el compromiso de no fijar carteles en edificios públicos, señales de tráfico o en el suelo y respetar la publicidad fijada. Nada de aquello ocurrió: bancos, farolas, monumentos y semáforos aparecían cubiertos con los carteles de los partidos en liza, que incluso se encolaban encima de los rivales. La calle se convirtió en una verbena dónde altavoces itinerantes ponían el fondo sonoro en aquellas primeras elecciones municipales. «Habla pueblo, habla…», «Libertad sin ira» o los himnos falangistas resucitados por los jóvenes de Unión Nacional convirtieron en toda una fiesta aquella convocatoria electoral.

Los días de la transición a la democracia son ya una historia cada vez más lejana. Tiempos en los que las imprentas aceleraban sus rotativas para cumplir con sus encargos políticos y los medios de comunicación se hacían eco de los más variados eslóganes en sus páginas y cuñas publicitarias: «Para ordenar bien las cosas vote a Coalición Democrática». «UCD cumple. Vota UCD». Los socialistas: «Tu voto es nuestra fuerza» o los comunistas diciendo: «Pon tu voto a trabajar», colmaban los espacios propagandísticos.

Pródigas eran las visitas de los líderes políticos del momento: Adolfo Suárez, Felipe González, vestido de pana. Manuel Fraga, Tierno Galván, haciéndose acompañar de José Bono, visitaba la universidad de la que fuera profesor, entre otros políticos del momento, que paseaban por la calle Trapería y daban mítines en la plaza de toros y en el Polideportivo San Fernando. Las cenas subasta acercaban a los políticos a los militantes de base consiguiendo pingües beneficios para los partidos en liza.

Adolfo Suárez subastó su pluma estilográfica por la que se pagaron 600.000 pesetas de la época. Manuel Fraga Iribarne en el restaurante Karting, tras el postre con Pan de Calatrava, subastó su corbata alcanzando las 30.000 pesetas. La llave con la que éste votaba electrónicamente en el Congreso fue a parar al concesionario de automóviles de Moisés García en 65.000 ptas., así como su encendedor, aunque don Manuel no fumara, alcanzó la desorbitada cifra de 100.000 pesetas.

Reñidas elecciones municipales las del 3 de abril de 1979 en la que los candidatos José Miguel Cascales (Coalición Democrática), Adrián Ángel Viudes (UCD), José María Aroca (PSOE) y José López-Mesa (PCE) ocuparon los primeros puestos en la línea de salida en aquella tempestad de partidos y siglas, en la que resultó elegido alcalde de Murcia el candidato socialista José María Aroca Ruiz-Funes.

Unas elecciones en las que no existía la crispación y mucho menos el insulto, aunque llegue a decirse en la actualidad que aquellos fueron unos tiempos desquiciados en los que no existía el aburrimiento.

Tiempos de cambio, tiempos de democracia, que han venido a desembocar en las elecciones municipales y autonómicas que celebramos hoy, inquietantes para bien o para mal. Que usted lo vote bien, querido lector.