De vuelta

Comprar elecciones

Santiago Delgado

Santiago Delgado

Todos los políticos en el poder, llegado el tiempo de elecciones, prometen y dan, esperando recoger su cosecha de votos. Pero en esta ocasión, esta costumbre política, y en España, ha alcanzado sus máximos niveles. Sánchez está echando las redes, con los millones recaudados por el abusivo mantenimiento del IVA en tiempos de inflación, sobre los mayores caladeros de votos que conoce. 

Ahora dice de 20.000 euros para todo joven de 18 años, en concepto de herencia estatal, Y ya les está pagando 400 euros para cultura y diversión, contribuyendo a esta nefasta confusión de conceptos con la que las nuevas generaciones van a crecer. Ir a un concierto pop equivale a leer un libro, es la consigna moderna. Y ya les había pagado 200 euros para alquileres. Hoy son 2400 millones de euros para la sequía, en lugar de respetar presas y pantanos, Y lo que resta aún por ver. Ha ahorrado para esto. Nada de pagar la inmensa deuda, que él acrece y acrece sin parar. No le debe importar la deuda pública a un socialista, si la alternativa es invertir en votos. Que paguen nuestros nietos la deuda. Le da igual, si él, con esos pagos futuros de la deuda, gana ahora las elecciones. Un buen socialista coge el dinero de donde sea, y lo reparte, primero entre los suyos, después en los supermercados de votos. Siempre con el dinero de los demás. Otros 20.000 euros para entradas de hipotecas, también a jóvenes. Ser joven va a ser ejercer de vago perfecto, súbdito del Estado permanente. Es el objetivo de la Agenda 2030: lo mínimo necesario para el pueblo, pero sin el pueblo, claro. Las plusvalías para la nueva nomenklatura postcomunista; esto es: la nefasta Comisión Europea de tanto déficit democrático.

Y no se me escapa que el primer caladero de votos somos los jubilados. Por cierto, veo insultante y menospreciativo que se nos llame pensionistas. A principio de año se nos subió el 8,5%. Justo y perfecto. Pero con arreglo a la deuda y a la economía del país, resulta excesivo. Y leo que ahora nos viene otra derrama más. El objetivo de esa subida no tiene como objetivo la justicia social, sino mantener cebado el voto de los nueve millones de jubilados. 

Si a lo ahorrado con una subida menor a clases pasivas, se hubiera sumado tres cosas: 1) el resultado de quitar la mitad de ministerios, 2) lo obtenido de rebajar de los sueldos de los políticos, escandalosamente altos, 3) lo extraído de la supresión de observatorios, asesorías fantasma, y otros entes absolutamente inútiles, creados para el clientelismo político, y se hubiese adjudicado toda esa suma de los tres factores a disminuir deuda, alimentar Enseñanza y Sanidad, y a nutrir nuestro depauperado Ejército y Fuerzas de Seguridad, yo hubiese celebrado una subida menor en mi nómina de jubilado. Al no haberse dado esas condiciones, bien me veo en ese 8,5 %. Pero, desde luego, con esa subida no han comprado mi voto. El de muchos otros jubilados, tampoco.

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