Apuntes al natural

Tocino, deudas y pan de oro

Cena de Vox en Murcia.

Cena de Vox en Murcia. / L.O.

Enrique Nieto

Enrique Nieto

Almuerzo exquisito. Son las 10 de la mañana. En un jardín de la ciudad de Murcia un trabajador de la limpieza urbana descansa en un banco y toma su almuerzo. Cuando veo lo que está comiendo siento una descarga de envidia en todo mi ser. Se trata de un menú antiguo, casi desaparecido en la actualidad pero que guarda muy gratos recuerdos para el que suscribe. Antes era muy visible en las obras porque lo tomaban bastantes albañiles, pero ahora estos trabajadores tan físicos son más de irse a un bar a almorzar. ¿Saben ustedes lo que estaba comiendo? Pues un trozo de pan con una lámina de tocino veteado bastante gruesa encima y un ajo tierno que mantenía entre los dedos y al que iba mordiendo cada vez que con su navaja cortaba un trocito de tocino y lo llevaba a su boca. Ni colesterol, ni triglicéridos, ni puñetas en vinagre. Pan, tocino y ajo tierno crudo Un almuerzo de gourmet.

Malas personas. En el kiosco donde cada mañana recojo mis periódicos dos señoras miran las portadas de las revistas de esta semana que están expuestas en una mesa. Una de ellas comenta: «Mira, ahora resulta que la muchacha no es hija del rey Juan Carlos. La gente es que es muy mala, ¿sabes?»

Cambios de mentalidad. En los últimos meses se han firmado muchas menos hipotecas de lo que es habitual. No hay más que mirar cómo han subido las cuotas a pagar por un piso, si se tenía a interés variable, para darse cuenta de por dónde van los tiros. Hay quien el pago de la hipoteca se le lleva más de la mitad de los ingresos mensuales. Y el resultado es el que todos ustedes conocen: más tiempo de los jóvenes en casa de los padres, retraso indefinido para tener hijos y algo que comienzas a escuchar habitualmente cuando hablas con ellos. «No me compro una casa ni atao». «No me quiero esclavizar para toda la vida. ¿Y si luego te separas?» Etcétera, etcétera...

Grande. Cuando escribo esto, Carlos Alcaraz todavía no ha jugado la semifinal de Madrid, pero si he visto los partidos en los que ha participado hasta ahora y desde luego puedo asegurar y aseguro que el muchacho es un máquina de mucho cuidado en esto del tenis. El segundo set del partido contra el ruso Karen Khachanov dejó a todo el mundo con la boca abierta. De momento, no veo a nadie que sea capaz de pararlo. El peligro es que se queme, al haber tal nivel de exigencia. Pero, si esto no ocurre, hay un tenista fantástico que ha nacido ahí, a la vuelta, en El Palmar, y que veranea en Los Urrutias. Un orgullo.

Una mujer en apuros. No sé quién es Raquel Bollo, pero leo en la prensa especializada que tiene una deuda de 800.000 euros y que no puede pagarla. Pobre mujer.

Cine y series. He tratado de ver la última de Guy Ritchie, Operación Fortune. Soy muy aficionado a este director y me lo he pasado muy bien con algunas de sus películas, como Snatch, cerdos y diamantes, The Covenant, The gentlemen, etc. Para hacer Operación Fortune ha contado con un montón de dinero y algunos de sus actores habituales, como Jason Statham, Hugh Grant y otros. Bueno, pues es infumable, en mi modesta opinión. Pero, mala, mala. También he visto la serie Pollos sin cabeza. Es malica, pero entretiene (hay una tremenda diferencia entre calificar una película de ‘malica’ y decir que es ‘mala, mala’). Y he empezado a ver otra española, Tú también lo harías, que es mejor, pero sin exagerar.

Espectacular. El miércoles el centro de Cartagena lucía de una manera espectacular. El puerto, una belleza, en un día espléndido de cielo azul y luz cegadora. Había llegado un crucero y cientos de personas llenaban las calles hablando chino, inglés, alemán, francés, etc. que yo reconociera al oírlos. Terrazas llenas de gente, tiendas vendiendo de todo, grupos con guías que explicaban las fachadas modernistas de los edificios. La iglesia de Santo Domingo, en la calle Mayor, tenía sus puertas abiertas de par en par y las luces encendidas. El altar mayor, brillando hasta deslumbrar su pan de oro, atraía a todos los extranjeros que pasaban por la puerta. En el museo del Teatro Romano, cola para entrar. Si pueden, vayan a Cartagena. Merece la pena.

Conversión masiva. Conmovedor, oiga, casi milagroso. 200 dirigentes y afiliados al PP y a CS ven la luz a la vez en una cena, y se dan cuenta de que sus ideas más profundas estaban con Vox y no con los partidos en los que militaban hasta ahora. Ha sido como una de esas conversiones en masa que se producen ante algunos predicadores que saben cómo llegar al corazón de las personas y los hacen revolcarse por el suelo y gritar echando espuma por la boca. Hay quienes van diciendo por ahí que no ha sido el corazón los que los ha movido a cambiarse de partido, sino otros tejemanejes y otras sinecuras, pero no es así. Se trata de una iluminación colectiva, como si un rayo viniera del cielo y les iluminara las cabezas haciéndolos caer en la cuenta de que su reino es de este mundo, del de Vox. Qué bonito, por favor.

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