El blog del funcionario

Pacto Nacional del Agua y El día de la marmota

Este país ya no se divide entre la España húmeda y la España seca, sino que se divide entre la España seca y la España desértica, y así es difícil, por no decir imposible, llegar a ningún gran Pacto

Miguel H. Valverde

Miguel H. Valverde

Cada vez que alguien anuncia o promete un Pacto Nacional del Agua en Murcia, me viene a la cabeza la película El día de la marmota, y es que la clase política lleva prometiendo este Pacto desde el siglo pasado.

 Zapatero, Barreda, Aznar, Rajoy... Desde tiempos lejanos los dirigentes nacionales y autonómicos socialistas y populares siempre abogaron por un gran Pacto Nacional del Agua al más puro estilo Houdini, para no mojarse de verdad, pero la realidad es que ni unos ni otros han consensuado nunca los grandes Pactos que necesita este país.

Ni hay un gran Pacto por la Educación, ni lo habrá, ni por la Sanidad, y mucho menos por el Agua, sobre todo porque el líquido elemento está llamado a convertirse en uno de los mayores problemas de la humanidad.

Este país ya no se divide entre la España húmeda y la España seca, sino que se divide entre la España seca y la España desértica, y así es difícil, por no decir imposible, llegar a ningún gran Pacto, porque no es cuestión de repartir riqueza, en este caso hídrica, sino miseria, y cuando se reparte lo que no hay, nadie puede quedar contento en el reparto.

El líder gallego, como buen gallego, no volvió a decir ni una palabra del Tajo–Segura, pues sabe que posicionarse abiertamente a favor de Murcia, Alicante y Almería le supone enterrar definitivamente cualquier atisbo de volver a ganar en Castilla La Mancha y renacer en Cataluña.

El pasado sábado, con un pabellón a medias, algo menos de dos mil personas, con gradas vacías y pasillos grandes y espaciosos huérfanos de seguidores, Alberto Núñez Feijóo volvió a proyectarnos a los murcianos y murcianas la película El día de la marmota, y una vez más, miles de murcianos volvieron a sentarse a ver por decimoquinta vez al meteorólogo Phil Connors, interpretado por Bill Murray, despertarse cada mañana en una pequeña localidad de Pensilvania (Punxsutawney) donde tenía que retrasmitir la predicción de la marmota.

Es hora de que la sociedad murciana no se quede anclada en el tiempo como el actor estadounidense y empecemos a tomar medidas serias ante los años venideros. Seguir llorando por las esquinas, insultar a la ministra correspondiente, hoy es Teresa Ribera (PSOE), ayer fue Isabel García Tejerina (PP) y mañana será otro u otra, no solucionará nada, al contrario, lo único que estamos generando es frustración, y después de esto, llega la resignación, la pobreza y la emigración.

Todavía no he oído ni una medida pública que no sea pedir dinero al Estado para subvenciones, como si todo fuera cuestión de poner a la fábrica nacional de moneda y timbre a emitir billetes; ni una palabra de obligar a todas las nuevas obras a crear aljibes para riego en jardines o para consumo, reducir drásticamente las hectáreas de cultivo, o seguir avanzando en la investigación para abaratar el agua desalada.

Hoy nos morimos de calor, no llueve nada, y cuando vengan las gotas frías volveremos a pedir la declaración de zona catastrófica para una pedanía, un pueblo o una ciudad, mientras vemos como el agua vuelve a escaparse por nuestras calles y campos en busca de arrasar lo que pille por su camino, y otra vez, volveremos a reproducir El día de la marmota, pero esta vez en versión DANA.