Las fuerzas del mal

Matria murciana

Enrique Olcina

Enrique Olcina

Confieso que no soy muy buen murciano porque no conozco al dedillo los parajes naturales de la Región de Murcia, ni he visitado la mayoría de sus pueblos. Soy un murciano de pacotilla que va de Lorca a Murcia y de Murcia a Lorca con ocasionales paradas en San Javier, Mula, Totana, Águilas y poco más. Tengo que llamar a mi amigo Antonio Rentero para que me enumere con su memoria prodigiosa el valle de Ricote, Calblanque, la sierra de Moratalla, las cuevas de Zaén, Sierra Espuña, La Santa de Totana, el casco antiguo de Cehegín o el de Mula, El Niño de Mula y sus baños, los de Fortuna o Archena, los arrozales de Calasparra, el Monte Arabí o Cartagena, la ciudad, a la que le recomiendo que no la visite en día de lluvia si no quiere romperse la crisma andando por el centro.

Murcia, ¡qué hermosa eres!, ¿verdad?. Claro, pijo. Pero parece que los que son más murcianísimos que yo no se acaban de creer la exclamación zarzuelera. En el libro Lodo de Begoña Méndez y en Anoxia de Miguel Ángel Hernández la agonía del Mar Menor es un mar de fondo cuyo murmullo pretende acallar la fundación Ingenio, haciendo una encuesta sobre lo que cree la gente que le pasa a la laguna.

Eso son cabañuelas pseudocientíficas para tratar de tapar el dedo acusador de los intereses que la Fundación protege, mientras la Comunidad se enzarza con el Ministerio para proteger, también, esos intereses que son, además, votos y, de paso, repartir culpas para no quedar mal ella. La misma Comunidad que presume de ser una potencia en depuración, que será verdad, pero tiene en su territorio uno de los acuíferos más contaminados de Europa, así que de depuración, regulinchis tirando a mal. Quien me lee tiene en mente otros desastres locales que cambian un paisaje a peor cerca suyo. Los míos son una macrogranja en un paraje precioso del Consejero, el río Turillas desviado para una balsa privada y la Comunidad de Regantes de Lorca tocando, sin permiso, el río Luchena.

La Región de Murcia es una madre, un cuerpo de mujer, como lo expresa Begoña Méndez, castigado por quienes deberían cuidar de él. La mejor tierra del mundo, ese eslogan que López Miras copia ¿cómo no? de los alicantinos, cada vez lo es menos porque quien tiene las competencias medioambientales para ello no hace lo suficiente, a no ser que medie rédito electoral. La Comunidad Autónoma que defendió el Arabí frente a Castilla La Mancha, no defiende los recursos de aquí frente a quienes aquí sacan un beneficio injusto que significa destrucción y ruina para los agricultores a largo plazo. Quizás porque ella misma media en esos intereses mientras perjudica a sus representados, que somos los que vivimos en esta matria murciana abusada y en peligro, de la que tanto toman algunos que quitan demasiado a quienes queremos vivir un futuro en ella. Quizás la debiéramos reclamar como propia, sentirla como nuestra y defenderla.

En las urnas, por ejemplo.

Suscríbete para seguir leyendo