Café con Moka

Leer da sueños

Mónica López Abellán

Mónica López Abellán

Hay noches, cuando más cansada estoy y más tarde se nos ha hecho, que en el momento en el que mi hijo me pide leer alguno de sus cuentos favoritos en la cama siento el impulso de buscar alguna excusa con la única intención de que se duerma rápidamente y poder descansar o, como la mayoría de las veces ocurre, ponerme a trabajar en las mil cosas pendientes que tengo, con el ordenador encima y uno (de mis hijos) a cada lado de la cama.

Sin embargo, y aunque la tentación es fuerte, trato de disimular mi cansancio y mi ansiedad por lo mucho que aún me queda por hacer pese a las horas, e interpreto con él alguna de las muchas historias que ya hemos leído una y otra vez en sus tres años de vida. Le gusta leer, en este caso (más bien) que le lean, y yo me siento afortunada por eso.

Desde que era niño hemos tratado de que tuviera una relación especial con los libros por lo mucho que han significado para nosotros, sus padres. Hemos celebrado con él, cada año, el Día de la Poesía, el 21 de marzo, participando en algunas de las propuestas que se ofrecían; y, por supuesto, el Día del Libro, el 23 de abril, en memoria del fallecimiento (en 1616) de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y Garcilaso de la Vega.

En cada edición, todos los miembros de la familia elegimos un libro que nos gustaría tener y aprovechamos la ‘festividad’ para hacernos con él; normalmente en las ferias que se instalan a tal efecto. Mi hijo aún no ha elegido el suyo, pero yo tenía pendiente Las mujeres que leen son peligrosas, de Stefan Bollmann -parece una declaración de intenciones-, así que lo tengo decidido.

La misma noche que escribía este artículo descubrí, ya en la cama, que mi pequeño había aprendido a contar sílabas. De repente, tras leer las aventuras de Julieta Pedorreta, él silabeo graciosamente ‘Pedorreta’ haciendo una palmada con sus manos por cada una de ellas. Yo, sentí felicidad, además de asombro. Y él siguió haciéndolo con algunos otros vocablos. Y su padre, que nos observaba mientras recogía la habitación, le dijo que eso era maravilloso porque era, ni más ni menos, que el inicio a la lectura. Y, como reza la frase en madera que hemos instalado encima de su biblioteca, sabemos que leer le dará –entre muchas otras cosas- sueños. 

Suscríbete para seguir leyendo