Tribuna Libre

28M. Viviendas y nebulosas

El acceso a la vivienda es una de las grandes preocupaciones de los españoles. La ley de vivienda plantea iniciativas interesantes, pero el punto de partida es totalmente erróneo

Fotografía sobre las leyes de la vivienda

Fotografía sobre las leyes de la vivienda

Joan Tapia

Pedro Sánchez fue al Congreso a explicar las recientes cumbres de la UE y la última RAN (reunión de alto nivel) con el Gobierno de Marruecos. Pero el presidente convirtió su comparecencia, parapetado en datos mejores a lo esperado (crecimiento, empleo, inflación, déficit público), en un combativo discurso de campaña ante las elecciones del 28 de mayo. La estrella, la nueva ley de la vivienda, presentada como histórica (no podía ser menos), y pactada con grandes dificultades con Podemos y la mayoría de la investidura. Y a los 50.000 nuevos pisos sociales procedentes de la Sareb (que se quedó los activos inmobiliarios fallidos de la crisis bancaria) anunciados el sábado en el mitin con Ximo Puig -Valencia es clave en las autonómicas-, en el Congreso les añadió otras 45.000 financiadas con un crédito del ICO. 

Así -dijo- se construirá el quinto pilar del estado del bienestar y se cumplirá con el derecho a la vivienda que establece la Constitución. ¿Quién da más? Y luego un ataque sin piedad a las políticas neoliberales del PP y al catastrofismo de Pablo Casado y Núñez Feijóo. 

Pero del «todo va bien» (o casi) de Sánchez, pasamos al «todo va mal» de Cuca Gamarra, agravado por la afirmación de que el Gobierno no tiene autoridad pues hay ministros, incluida la vicepresidenta Yolanda Díaz, que discrepan públicamente del presidente en asuntos clave como la actitud de Marlaska, el ministro del Interior, ante el aluvión de inmigrantes a Ceuta en 2021, o las relaciones con Marruecos al que la vicepresidenta Díaz califico de «dictadura» en su reciente entrevista con Évole. Y lo cierto es que de todo hay en la viña del señor.

Ante una realidad que el PP había creído horrorosa, Sánchez sacó pecho de que el FMI acabe de subir al 1,5%, el doble que la zona euro, el crecimiento del PIB en 2023. Y remachó que España tiene solo un 3% de vivienda social frente al 9% de media de la UE y al 20% de Austria. Ese será el gran eje de campaña porque el acceso a la vivienda es una de las grandes preocupaciones de los españoles. La ley de vivienda plantea algunas iniciativas interesantes, pero el punto de partida es totalmente erróneo. En vez de combatir la escasez de la oferta de vivienda en alquiler -el eje del problema- cree que la prioridad es topar, por debajo de la inflación, el precio de los alquileres, lo que retraerá la oferta. Ahora Sánchez, con los 95.000 nuevos pisos prometidos, quiere incrementar la oferta de pisos en alquiler. Vale, pero está por ver la eficacia y los plazos de esas 95.000 viviendas.

Pero Cuca Gamarra, Abascal e incluso los socios de Sánchez le pusieron en apuros por la política con Marruecos. Primero, ¿el cese de Arancha González Laya como ministra de Exteriores se debió a la presión de Marruecos como parece indicar una filtración del CNI? Segundo, ¿por qué cambió Sánchez la tradicional posición española respecto al Sáhara? El presidente no contestó. Dijo que la posición sobre el Sáhara es similar a la de otros socios europeos y se limitó a erigir los resultados en el gran muro de contención a las críticas a su política con Marruecos: la inmigración irregular de Ceuta y Melilla se ha reducido un 78% (un 63% la de Canarias), mientras que en Grecia ha subido un 95% y en Italia un 300%. Si iba más allá saltaban los equilibrios del Ejecutivo.

Pero la vicepresidenta Díaz dijo en su entrevista con Évole que Marlaska debería de haber dimitido por las violaciones a los derechos humanos. Y Cuca Gamarra pudo argüir que toda la política con Marruecos está envuelta en una nebulosa que no entienden ni los socios del Gobierno. Gamarra tampoco se quedó corta: los españoles viven peor que en 2018, cuando la moción de censura. Y con Feijóo, que volvió a no estar en el debate por no ser diputado, está a punto de iniciarse una nueva etapa. 

Pero Sánchez, que cuando no puede -o no le conviene- contestar se refugia en el silencio, no es Zapatero. Ni en economía, ni en la relación con Estados Unidos. Acabado el debate se supo que Biden le recibirá el 12 de mayo. 

Ya no es aquel que con Iván Redondo y González Laya perseguía torpemente al presidente americano por los pasillos de una cumbre de la OTAN. ¿Tienen Ucrania y Marruecos algo que ver? 

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