Verderías

Codorníu siempre como ejemplo

Herminio Picazo

Herminio Picazo

Se cumplen ahora cien años de la muerte de una persona que, con su trabajo y su ejemplo, mostró que la conservación y la restauración de la naturaleza es una responsabilidad estratégica, a pesar de que los frutos de los trabajos bien hechos tarden mucho tiempo en dejarse notar.

Me refiero al fallecimiento del Ingeniero de Montes Ricardo Codurníu, cartagenero de nacimiento, y una de las personalidades históricas que más han influido en los asuntos de la conservación de la naturaleza en España.

La obra más conocida de Codurníu, aunque no la única importante, es la repoblación forestal de Sierra Espuña. Más de un siglo después, esta intervención en el medio natural es todavía una buena muestra del porqué y el cómo afrontar la restauración forestal de una región castigada por la bravura torrencial de su clima y tantos siglos de actuaciones humanas incontroladas. La repoblación forestal de Codorniú fue un modelo de trabajo técnico e ilusionado que sigue dándonos lecciones de política forestal: innovó en técnicas de restauración, investigó el medio y utilizó especies vegetales diversas, cada una en su hábitat más adecuado, intentando así representar la diversidad original del ecosistema a la vez que se cubría el objetivo de creación de una masa boscosa protectora contra las inundaciones. Sin los conocimientos técnicos que ahora tenemos, Codurníu incluso llegó a intuir el cambio climático y orientar el diseño de su reforestación a estas circunstancias.

El resultado lo tenemos a la vista. Sierra Espuña es hoy en día uno de nuestros mejores Parques Regionales, y las inundaciones en Totana y Alhama son tan sólo pesadillas en los sueños de los más viejos.

La política forestal emprendida por Codorní era consciente de que las actuaciones deben ajustarse a las necesidades del terreno, que no hay modelos ni tópicos directamente exportables y que se trata de diseñar la actuación forestal de acuerdo con cada lugar y cada objetivo. Nuestra región es un impresionante mosaico de sistemas ecológicos y paisajes, con distintas necesidades de conservación y restauración. Respetar y potenciar el mosaico vegetal que cubre nuestras sierras, desarrollar el pinar solo en los sitios más adecuados, repoblar también con otras especies cuando sea oportuno, adaptar el diseño de las intervenciones a la nueva realidad del cambio climático, recuperar el bosque de ribera de los cursos fluviales, potenciar los usos racionales de nuestros montes y revegetar con cabeza las tierras agrarias abandonadas, son los importantes retos de la política forestal murciana que inició Ricardo Codurníu hace tanto tiempo.

Este centenario de su fallecimiento motiva diversos actos durante estos días en su homenaje, y hasta una colección de libros con su nombre de la consejería de medio ambiente. Y bien merecidos son estos recuerdos a su memoria, porque Codorniú fue además una buena muestra de lo más interesante de la intelectualidad de su época: ilustrado, naturalista, técnico comprometido, pionero de la educación ambiental, esperantista convencido, explorador militante, filántropo y autor de obras que con encantador y decimonónico lenguaje aún nos trasmiten un tremando respeto por la conservación de la naturaleza.

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