Erre que erre (Rock and Roll)

Abierta y sin control

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

Desconocía que estamento había publicado los datos que afirman que un 41,4% de los españoles están a favor de las relaciones de pareja abiertas, algo que personalmente no me creo, hasta que me he dado un punto en la boca cuando he descubierto que ha sido el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) quien ha realizado el cuestionario. Discúlpenme si a pesar de lo moderna que pueda parecer no crea en el poliamor, polisexo o como queramos llamarlo. Discrepo en eso de que cuatro de cada diez españoles tengan la capacidad mental tan sumamente abierta y liberal hasta el punto de permitir que su cónyuge salga tan pancho por la puerta de casa para derrochar arrumacos con, al menos, otra u otro individuo. Aún entendiendo que se puedan acordar encuentros sexuales fuera de la pareja sin ningún tipo de vínculo sentimental, pienso que ese lazo tampoco se le tiene a la persona que duerme a tu lado cada noche. Hay quien debe ser de una pasta distinta para asumir ciertas licencias y tener así la conformidad de renunciar a la exclusividad. Para algunos puede que sea una forma muy cool de afrontar la rutina el acto de romper con la monogamia. Otras nos hemos pasado más de una década viendo lindezas en una consulta ginecológica y, sin querer parecer arcaica o altamente conservadora, miramos muy mucho por la higiene sexual. No me entra en la cabeza, por más que lo intente, que cuatro de cada diez defienda una postura sexual sin limitaciones pero solo tres de cada esos diez lo haga con la protección de un preservativo.

Y no es por fastidiar a nadie, pero todos deberíamos conocer datos tan sumamente importantes como que en este país se diagnostican una media de 3.250 nuevos casos de VIH y ETS (enfermedades de transmisión sexual). Enfermedades como la gonorrea se han multiplicado por diez en la última década, amén de la sífilis, que ha registrado máximos históricos en el último lustro. Pero aquí andamos todos, rasgándonos las vestiduras y siendo más modernos que Fabio McNamara cantando Satana S. A, seguimos en el Pleistoceno.

Y no valen excusas, y no vale hacer caso a los que fueran iconos de la Revolución Sexual como este, la Sra. Gara y unos cuantos más que ahora se muestran recalcitrantes defensoras o adeptas de Blas Piñar. No se necesitan ideales para saber que la protección cuando te vas a la cama con alguien debería ser sagrada. Se nos olvida, como dato importante, que todos llevamos en el bolsillo el mayor archivo de pornografía jamás conocido, ese al que nuestros hijos acceden sin importar la edad que se tenga.

Ese que educa a las nuevas generaciones con lecciones de sexo dónde el tomo uno se titula «Atada y atragantada XXX», ese negocio turbio, poderoso, globalizado, ilegal y delictivo dónde usar protección no está bien visto, sin que importen las consecuencias físicas y psicológicas a las que nos exponemos con la sexualidad que genera conflicto, que no te permite ser libre y resulta insatisfactoria, aunque eso da para otra columna.

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