Nos queda la palabra

Gemelas

Julián García Valencia

Todos los mitos se caen. Julio Iglesias, muy propio de estas fechas, ha perdido su trono ante Jonathan M, el padre por antonomasia que quizá sirva a Bertín Osborne como emblema de su cruzada particular para defender la figura paterna como Dios manda.

Jon tiene, ni más ni menos, que 550 hijos diseminados por el mundo. Muy pocos donantes son tan generosos y menos aún de Holanda. Es paisano de los que acusan a los mediterráneos de gustarnos demasiado la vida alegre para pedir contención presupuestaria a la madre Europa, uniendo sus voces a los de nuestra oposición para que reine la tristeza.

Afortunadamente, Úrsula nos quiere y mima como el mejor de sus hijos, aunque sea de la familia popular. Son otros países, acunados por la ultraderecha, a los que se les ha impuesto un dique.

Algo más que un tablacho es lo que necesitaría este amigo incontinente. A este paso, se convertirá en el primer semental de futuras granjas de niños rubios, con sabor a tulipán, para proveer a las múltiples Ana, ya más de siete, que pululan por el mundo. Siempre díscolas, cuando estaba prohibido el aborto en España cruzaban el Canal de la Mancha y ahora hacen lo propio cuando precisan la ilegal maternidad subrogada.

Yo, afortunadamente, tendré una semana más tranquila. Lejos de niños e iglesias. Uno ya no está para muchos trotes. Procuraré que mi primer posado en bañador en 2023 sea, no obstante, algo excitante. No tanto como el de Obregón. A mí, al menos, me incitará a disfrutar del mar y el horizonte. Ejercitaré mis sentidos, me sumergiré en la lectura y lo seguiré intentando también con mi barriga, aunque me temo que, a falta de las torrijas con vino de la madre, saciaré mis recuerdos con cerveza.

Lo mejor es que la semana se convertirá en dos. Son gemelas. Me ayudará a oxigenar el cerebro y vivir.

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