Nosotros | 35º Aniversario LA OPINIÓN

Como un suspiro

María José Gil

María José Gil

Después de 35 años resulta difícil rememorar los primeros tiempos de La Opinión sin sentir una mezcla de nostalgia y perplejidad. Desde la madrugada de aquel 28 de mayo de 1988, cuando se imprimió el primer número en la antigua rotativa del periódico, el tiempo ha pasado como un suspiro.

Sin caer en la ingenuidad de creer que cualquier tiempo pasado fue mejor, no es posible ignorar que en aquellos momentos todavía se respiraba el sentimiento de que lo mejor estaba por llegar, alentado desde los primeros años de la Transición.

En mayo de 1988 hacía poco más de una década de las primeras elecciones democráticas y todas las ciudades y los pueblos de la Región estaban experimentando una transformación inesperada.

El paisaje urbano se había transformado en poco tiempo con la recuperación de plazas y edificios en ruinas que resurgieron como espléndidos palacios convertidos en sedes oficiales.

Bregar a diario para contar las cosas como si fuese necesario demostrar que la realidad está pasando de verdad tiene un efecto rejuvenecedor

San Esteban es un ejemplo de la metamorfosis cultural que había propiciado la democracia. Era un edificio fantasmagórico del siglo XVI, que había estado amenazado de derribo unos años antes, de igual forma que lo estaría después el yacimiento descubierto cuando la Administración decidió construir un aparcamiento en los jardines aledaños. Al igual que el arrabal de la Murcia musulmana, el monumento que acoge la sede de la Presidencia del Gobierno regional fue salvado por colectivos ciudadanos, que impidieron su derribo.

Fue como pasar del blanco y negro al tecnicolor. Lo asombroso es que la modernidad pasaba por restaurar el patrimonio y recuperar la memoria del pasado frente a la amenaza del desarrollismo de los años 70 del siglo pasado.

La Opinión, que también tuvo su primera sede en un palacio restaurado del siglo XVIII de la plaza Romea, apareció en un momento en el que la sociedad espantaba los complejos pueblerinos en toda la Región y empezaba a pensar que podía sentirse europea.

La llegada de un nuevo periódico formaba parte de aquella efervescencia social y fue celebrada como un acontecimiento festivo, porque abría la puerta a la pluralidad en una región en la que resultaba difícil contrarrestar el peso del pensamiento único.

Era una aspiración compartida por los ciudadanos y los colectivos que consideraban necesaria la existencia de un medio de comunicación independiente en el que pudiera expresarse cualquier disidencia.

Ha tratado de serlo desde entonces, como ocurrió en 2016, cuando el Mar Menor dio las primeras señales de la degradación.

La Opinión fue el primer medio de comunicación que recogió las advertencias de los ecologistas y de los técnicos que alertaron de la catástrofe, a pesar de las voces que siguieron negando el peligro hasta que las playas se cubrieron de peces muertos. Ir a la contra no siempre ha sido fácil, pero hay que reconocer que bregar a diario para contar las cosas como si fuese necesario demostrar que la realidad está pasando de verdad tiene un efecto rejuvenecedor.

No hay más remedio que entrenar el piloto automático y afinar la intuición para contrarrestar el pensamiento infantil que intentan vendernos los argumentarios oficiales.

Por eso parece que estos 35 años han pasado en un suspiro.

La Opinión ha ido cambiando y ha tenido que adaptarse a la inmediatez de la información digital. Para quienes empezamos a trabajar en periódicos en los que se podía oler la tinta y se oía el repiqueteo de las linotipias fue una experiencia desconcertante cambiar la máquina de escribir por un ordenador al llegar a la primera redacción.

Por eso sigo viendo como un prodigio de la tecnología que el periódico se pueda leer por las mañanas en el teléfono móvil, sin necesidad de que venga un repartidor a dejarlo en el buzón. Las cosas ocurren mucho más deprisa y exigen un mayor esfuerzo para procesarlas, pero al mismo tiempo todo es más efímero.

Las noticias se van solapando y el mismo acontecimiento puede ir cambiando de titular a lo largo del día. La prensa ha pasado de dar el resultado del partido al día siguiente a ir contando cada jugada minuto a minuto.

Además, la imagen tiene un protagonismo absoluto, como si la televisión nos hubiera condicionado tanto nuestra capacidad de percepción que no somos capaces de entender una noticia si no viene acompañada de una fotografía.

Alo largo de estos 35 años también han ido cambiando las personas que han pasado por la redacción y por el resto de departamentos del diario. Aunque muchos de ellos no mantienen un contacto habitual, sé que también conservan un recuerdo muy vivo de esta casa, porque en un periódico todo es siempre muy intenso