De vuelta

Tamames, sí

Ramón Tamames.

Ramón Tamames. / DAVID CASTRO

Santiago Delgado

Santiago Delgado

Escribo, y publico, aquesta prosa antes de que se lleve a cabo la moción de censura contra el gobierno Frankenstein. Me da igual lo que pase en el campo de lo no significativo; a saber. 1) resultado de la votación, 2) respuesta del destinatario de la moción, así como del resto de la coalición.

Lo importante son otras dos cosas, que, seguro, van a suceder:

1) Tamames demostrará que a Vox no le hace falta que le laven la cara. La tiene perfectamente lavada, desde su nacimiento, respecto de los criterios democráticos. Insisto, no se confundan: no es que Tamames vaya a blanquear a Vox de franquismo y otras reminiscencias predemocráticas. Es que no necesita ser blanqueado. Vox es un partido constitucional perfecto. No así otros, periféricos y centrales, cuya misión directa es derribar la Constitución. Después de la moción de Tamames acusar a Vox de ultraderecha franquista a la que hay que poner cordón sanitario… será mentirse a sí mismo, tratando de hacer creer a los demás en la mentira. Aliarse con Vox no es lo que Frankenstein dice.

2) Tamames les dirá, con más detenimiento y perfección a los frankenstenianos de ocasión, que la economía no es un invento de los ricos de siempre para quedarse con la parte del león, dejando las migajas para los desheredados. «¡Es la economía, estúpidos!», les dirá en buen razonamiento extenso y profundo. La economía es una ley natural, como el Primer Principio de la Termodinámica. No se puede obviar. Topar los precios o creer que el Estado puede crear riqueza es hacer del país una Cuba, ni siquiera una Venezuela. Lo que distribuye de verdad la riqueza es la prosperidad, no el reparto. El reparto, previa fiscalización de la riqueza de los particulares, sólo crea vagos dependientes. El subsidio, bien temperado, es otra cosa. Y el Estado del bienestar, otra. Si se convierten ambos en razón práctica de los Gobiernos, se va al abismo de la miseria.

Y eso es lo que va a pasar. Los que condenan la moción porque no se va a ganar analizan con miopía el suceso. Los que estando de acuerdo con lo mollar del asunto, se abstienen, carecen de la grandeza del mirar más allá de las estrellas, con la fe en el propio idearium liberal y de desarrollo. Feijóo debería dar libertad de voto a los suyos. Y dejar de ponerse de perfil. Con Frankenstein en el poder, España va a la deriva de la desintegración territorial y a la fragmentación social. Que el PP deje de comprar la mercancía averiada de que Abascal es Franco. Ellos sí que son Stalin y Chávez.