EL BLOG DEL FUNCIONARIO

¿Libertad o miedo?

Miguel H. Valverde

Miguel H. Valverde

Cuando uno quiere acceder al poder, tiene dos caminos: uno difícil, con argumentos técnicos, con datos, con un proyecto de país o de región, dando participación a la sociedad civil para acometer el cambio propuesto, y otro más fácil y que ya ha demostrado que el camino más recto entre dos puntos no es la línea recta si no el miedo. Y es que algunos saben que en las emociones se encuentra el punto más fuerte y débil de la sociedad.

El maldito miedo, cuyos cimientos son las mentiras, las amenazas y la desinformación, lleva siglos intentando, en muchas ocasiones lo ha conseguido, dirigir ciudades, regiones, países y hasta continentes.

España tiene ejemplos donde el miedo ha sido, y es, utilizado en nombre de la libertad.

En la actualidad, desde la presidenta madrileña Ayuso hasta la extrema derecha de Santiago Abascal, en ambos casos, sus únicos argumentos es alertar a la sociedad de los peligros que conlleva que la izquierda siga en el poder, metiéndonos el miedo en el cuerpo anunciando que España se rompería en mil pedazos, o que la libertad quedaría seccionada de un tajo, y nos dejaría a medio camino entre Cuba y Venezuela, con parada en Nicaragua.

Por meternos el miedo, nos lo meten hasta desde el Sindicato de Regantes del Trasvase Tajo Segura diciendo que si no se nos garantiza un agua cada vez más escasa, la Región de Murcia y sus trabajadores perecerán en la miseria por los siglos de los siglos.

Hasta hemos visto cómo los verdaderos ‘héroes y heroínas’ del tsunami que ha provocado las denuncias en la Autoridad Portuaria de Cartagena ha venido precedido, como denuncian los propios sindicalistas, de actitudes que tenían en el amedrantamiento y el miedo muchas de las actuaciones de quien dirigía la entidad.

El maldito miedo nos llega en estos días por todos lados: ‘Los inmigrantes nos están quitando las prestaciones sociales’, ‘Los MENAS tienen atemorizadas a nuestras hijas, que tienen miedo de salir solas a la calle’, ‘Cuanto antes echemos de este país a los moros estos mejor’, ‘El Gobierno socialcomunista va a vender España a trozos’, ‘Estos podemitas quieren acabar con nuestras procesiones y nuestras corridas’, de toros entiendo, ‘Estos rojos defienden antes a los gandules okupas que a la gente decente’, ‘Quieren adoctrinar a mi hijo en la escuela pública’.

Así podríamos seguir enumerando banderas (mensajes) llenos de medias verdades y dianas a las que disparar. Saben que lo que mueve el mundo son los sentimientos, no los datos.

Da igual que hayamos subido el PIB más de cinco puntos este año, que el SMI supere los mil euros, que hoy, España es un país donde uno puede morir dignamente, que el cambio climático está puesto en el centro de las políticas públicas, o que la reforma laboral, por una vez en cincuenta años, recuperara derechos para los trabajadores y trabajadoras de este país.

Lo que importa es que el miedo siga siendo nuestro consejero, quien tenga la voz cantante en la barra del bar o en la peluquería que sea, en definitiva, quien al final decida nuestro voto.

No hay reunión familiar o de amigos donde sea fácil vislumbrar que, tras nuestros pensamientos, lo que lleva las riendas de nuestra mente es el puto miedo, y es que algunos, en nombre de la libertad, enarbolan una bandera que en realidad debería llevar un par de tibias y una calavera.

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