El retrovisor

Murcia a todo ritmo

El percusionista Tote Cánovas en una imagen de finales de los años sesenta.

El percusionista Tote Cánovas en una imagen de finales de los años sesenta.

Miguel López Guzmán

La revolución estaba servida. La influencia del turismo que llegaba a nuestras costas, el descubrimiento por parte de las emisoras de radio del disco microsurco y la aparición estelar de bandas y artistas de toda índole y nacionalidad hicieron posible una revolución musical que contribuyó a cambiar los hábitos de una juventud inconformista, dando lugar a movimientos como el ye-yé y posteriormente el pop, de hondo calado en países como Inglaterra, Francia, Italia y España. 

Las paradas de autobuses de línea provenientes de las pedanías murcianas desembarcaban a cientos de jóvenes inquietos, usuarios de la nuevas modas, que como la minifalda ideada por Mary Quant, el pantalón campana y las melenas al más puro estilo Beatles, llegaban en las tardes de domingo para disfrutar del ocio en aquella Murcia de finales de los sesenta

Conciertos matinales en los que intervenían conocidos grupos del espectro musical murciano como Los Capicúas, Los PyP, Los Premier, Los Jorister’s, Los Roller Group o Los Flamingos deleitaban a los jóvenes murcianos en las mañanas festivas. Nombres legendarios para la música moderna murciana como Pepe Garrido, Julio Álvarez, Lucas, Rafael Párraga o los percusionistas Juan García Guzmán y Tote Cánovas aparecen ya con letras de oro en la memoria musical de toda una época de Murcia. 

Los bailes multitudinarios en el Polideportivo San Fernando, en la hoy calle periodista Carlos Valcárcel, congregaban a la juventud murciana al ritmo del twist y del rock ambientados por grupos murcianos. José Luis Ezcurra siguió los pasos de The Beatles al crear su grupo Los Piojos con clara raíz colegial: flequillos, botines, y minipull definían a aquella juventud inconformista que cantaba en inglés.

En 1965 se estrenaba la película Historias de la televisión, con Conchita Velasco, cinta en la que interpretaba la canción La chica ye-yé, que lograría situarse en el número uno de las listas de éxitos de revistas como Mundo Joven o programas radiofónicos como Discomanía. Había nacido la generación ye-yé.

La novedosa discoteca Ditirambo, en la entonces calle de Muñoz Grandes, creada por Climent y José María Galiana, acogía en las tardes murcianas a los más bailones con nuevos ritmos interpretados por las voces internacionales del momento, mientras Murcia ofrecía sus nuevos locales de diversión en discotecas como Nikson, Cooper, Habana, la boite Dyon Club, sucesoras del extinto y pionero Tres Rombos, en la plaza Preciosa. Todo cambiaba, quedando obsoletos lugares como Nairobi o el Club Remo que aún anunciaban a vocalistas o cantantes de éxito que como Jorge Sepúlveda deleitaban a los murcianos más nostálgicos con su Mirando al mar.

El preuniversitario hacía estragos entre los estudiantes que tarareaban Qué noche la de aquel día de The Beatles, mientras Los Brincos y Un sorbito de champagne ponían el fondo musical en los guateques de una ciudad que vivía las suaves y soleadas jornadas de otros eneros más jóvenes.

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