Carta de un expresidente

Agua, gato por liebre

Alberto Garre

Alberto Garre

El diccionario de la Real Academia Española(RAE) define ‘dar gato por liebre’ como «engañar en la calidad de algo por medio de otra cosa inferior que se le asemeja». La expresión que da título a este artículo tiene origen en la Edad Media, donde era costumbre ofrecer platos de liebre, cuando lo cierto era que se trataba de gato, debido a la similitud que ambos animales presentan una vez desollados.

La ley establece por decisión parlamentaria lo que debe hacerse o no, en el decreto se indica por el Gobierno solo lo que ha de llevarse a cabo. Ambas normas contienen semejanzas, pero grandes diferencias en razón del órgano que les da vida e impone el método de elaboración, por sus propios contenidos, por sus repercusiones sociales, su jerarquía normativa y por su propia temporalidad.

Dos leyes, la 21/1971, de 19 de junio, sobre el Aprovechamiento conjunto de los ríos Tajo y Segura y la 10/2001 de 5 de julio, del Plan Hidrológico Nacional, caracterizadas por contener todos los requisitos antes mencionados, (origen, contenido, ámbito social aplicable, jerarquía y estabilidad) han sido sustituidas por los decretos de 18 de junio de 2004 y 24 de enero del presente año.

La Ley del PHN fue aprobada con el 85% de los votos del Consejo Nacional del Agua, incluso por la Confederación Hidrográfica del Ebro, apoyada por los presidentes de Andalucia, Extremadura y Castilla-La Mancha, en aquel tiempo, Chaves, Rodriguez Ibarra y Bono, respectivamente, y votada mayoritariamente en el Congreso de los Diputados. El decreto que la derogó, como consta en los Diarios de Sesiones del Congreso de los Diputados sólo obedeció a la imposición de ERC a cambio de la investidura de Zapatero.

Para acreditar las bondades de la llamada Ley del Trasvase de 1971 basta con recordar que ha estado vigente, hasta su mutilacion reciente, más de cincuenta años, una obra de Estado sin precedentes en términos de solidaridad, eficacia y repercusión social y económica regional y nacional, sin que existan datos técnicos que aconsejen el recorte de los volúmenes a trasvasar en lo sucesivo. Las razones habrá que buscarlas en los apremios que urgen al presidente castellanomanchego, García Page, ante las inminentes elecciones autonómicas. Eso sí es oportunismo político.

Al derogar el PHN, el Travase del Ebro, se prometió, en amparo del decreto que lo asesinó, que con la nueva cultura del agua habría más cantidad, más calidad y resultaría más barata. Hoy, dieciocho años después, al amputar el Travase Tajo-Segura, vienen prometiendo lo mismo. Mentira, ya no nos dan gato por liebre.

Cuando un Gobierno se siente provisional y en coyuntura electoral siempre hace lo mismo, prometer para ganar tiempo. Coetáneamente, para dar solemnidad a sus actos y falsas promesas las fija por decreto del Consejo de Ministros.

Ya lo dijo Octavio Paz: «Las ideas no se implantan por decreto». Las ideas tienen su sitio en la ley, los decretos en muchas ocasiones atienden a la esquizofrenia electoral.

Aquellos que, como yo, han jurado o prometido nuestra Constitución, no pueden dejar de lado los artículos 2 y 45-2 de nuestra Ley de leyes, sobre la solidaridad y reparto solidario de los bienes naturales; tampoco el articulo 2 de la Ley de Aguas de 1985, que proclama del patrimonio nacional las aguas de los ríos españoles. No debieran renunciar nunca a un nuevo trasvase desde el Ebro, el río más caudaloso de España, que vierte una media de más de 9000 Hm3 al mar los años de sequía. ¿Que razón asiste a los partidos políticos para ni nombrar el Ebro, cuando de distribuir solidariamente las aguas a que tenemos derecho se trata?

Si el TS no lo remedia, habrá que buscar el remedio en las próximas elecciones autonómicas y nacionales para no pasar en nuestra región de ser Huerta de Europa hoy, a los eriales de cardos borriqueros que fuimos, especialmente en el Campo de Cartagena. El cardo como la lechuga nacen de la tierra. El decreto y la ley de las instituciones. Tienen similitudes, pero que no nos dan gato por liebre.