El blog del funcionario

Murcia, un región domesticada

Miguel H. Valverde

Miguel H. Valverde

Hemos perdido, nos han vencido. Vivimos en una Región domesticada, adormecida, enmudecida, desparecida. Estamos viviendo los días más tristes de nuestra corta democracia. Nadie nos toma en serio, ni nosotros mismos somos capaces de alzar la voz, solo los pocos que lo hacen ven cómo sus mensajes son cortados de raíz y sus alas arrancadas de cuajo sin escrúpulos.

No merece la pena que Patricia Fernández siga luchando contra molinos de sectarismos e intransigentes.

No sigáis empeñados en que Cartagena Piense, pues allí, al otro lado del Puerto de la Cadena, volvéis a la casilla de salida de la corrupción.

¿Más Región? Para qué queremos, querido Óscar Urralburu más región, si con la que tenemos no hay día en que la envidia, el insulto y el menosprecio no salgan a pasear con los brazos abiertos dando abrazos a diestro y siniestro.

Es inútil, Rosa Roda, seguir levantando piedras para mostrar los alacranes y los gusanos que habitan bajo nuestros pies, puedes demostrar artículo a artículo, verdad a verdad, que nos engañan como a imbéciles con cara de idiotas, que viene a ser algo así como gilipollas en vinagre, si al final una palabra de ellos bastará para cargarnos.

Ni tampoco estamos arreglando nada, estimado y admirado Ángel Montiel, por ponernos cada domingo frente a un espejo de la memoria y las hemerotecas; la desvergüenza torera se adueñó de nuestro ático y cada mañana sale a saludar desde el balcón de la hipocresía a sus huestes.

Ginés Ruíz Maciá, gracias por tus servicios prestados, por poner a la extrema derecha en medio de la plaza pública abrazada a su incoherencia y su ignorancia, pero asómate a las encuestas, o peor aún, acércate el próximo 12 de febrero a la plaza de toros, y volverás a comprobar que vivimos en una provincia donde hablar de revolución es pecado; la república, repudiada, y no rezar, antipatriótico.

Y gracias, María Marín, por llevar la mierda del Mar Menor al fango en el que se ha convertido la Asamblea Regional. Ser la mala conciencia de unos te convierte en la madrastra de todos. Cada uno de tus discursos pensabas que se clavaría en la conciencia de sus señorías, pero lamento decirte que no tienen ni tan siquiera esa capacidad.

Un millón de gracias, Magdalena Sánchez Blesa, por estos años de parlamentaria, el ‘patito feo’ de la Asamblea Regional. ¿Qué hace una mujer como tú en un lugar como ese? te dije el primer día que te conocí. Tus discursos llenos de puentes al diálogo, de alfombras decoradas con trabajo y consenso jamás llegaron a unas mentes cerradas, obtusas y malolientes: reza el dicho popular que no está hecha la miel para la boca del asno.

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