Observatorio

Vergonzoso racismo contra Sadiel Rojas

Sadiel Rojas, capitán del UCAM Murcia de baloncesto.

Sadiel Rojas, capitán del UCAM Murcia de baloncesto. / L.O.

Salvador Calero García

Recuerdo el primer comentario verdaderamente racista que oí. Fue siendo niño, en los ochenta, en la Condomina a un jugador africano que simplemente protestaba sin mayores aspavientos una jugada. «¿Negro, qué te has creído?», gritó un descerebrado lleno de auténtico odio, curiosamente en una sociedad en donde pocos o muy pocos negros habría podido ver ese hombre por las calles de Murcia. Y que se me quedara grabado tenía su mérito ya que era una época en que un jugador negro del equipo contrario era el centro de burlas y abucheos, sobre todo cuando el partido era particularmente tedioso.

Y no era lo peor, ya que en otros estadios se supone más cosmopolitas se gritaba «negro cabrón, recoge el algodón», con métrica y rima. Es verdad que eran también unos años en que se podían también hacer otras cosas que hoy serían portada en todo el mundo, como que cuando una falta entre 10 y 50 metros del área rival (tanto le daba) hiciera que el estadio entero lleno de pañuelos gritase con el mayor cariño del mundo «Negro, negro, negro» reivindicando su derecho a que Macho Figueroa (moreno, en realidad), que en paz descanse, lanzase uno de sus obuses teledirigidos que todavía a fecha de hoy son el mayor espectáculo deportivo que se ha visto, creo yo,en esta Región, quizás con la salvedad de las rachas de ‘picorcito’ que le dan a McFadden.

Y por supuesto que no toda crítica, venga de donde venga (incluso si es furibunda y desmedida) a un jugador de otra raza, o a una compañera de trabajo o a un homosexual puede sin más imputarse a los prejuicios, pero hoy día los racistas no están sólo detrás del «yo no soy racista, pero...»; hay otras muchas formas, como imputarles cifras de delincuencia, incluso en el mismo Congreso de los Diputados que son sencilla y llanamente falsas, o exigiéndoles que se ‘adapten’, entendiendo, supongo, como tal, ir a misa los domingos, comer paella y hacerse seguidores de la selección, cuando los que necesitan adaptarse son los que a estas alturas ignoran el derecho a la multiculturalidad que no sólo reconoce la Constitución sino que ha enriquecido a tantas y tantas naciones, entre ellas la todavía primera potencia.

Y es que me atrevo a decir todo esto porque llevamos varios años (desde un playoff contra el Madrid) en que Sadiel Rojas, el capitán del UCAM Murcia de Baloncesto, es objeto de despiadados, infundados y terriblemente vejatorios ataques en distintas formas. La mayoría, es verdad, que por las redes sociales, y bueno, parece que hay que tener un doble rasero con ellas, no sé muy bien por qué. 

Sadiel Rojas es un jugador extraordinario. El jugador que todo entrenador y afición quiere en su equipo. Tan bueno, que se le perdona su flojo porcentaje de tiros de tres siendo un alero. Pues bien, a pesar de eso, este año vimos un precedente absolutamente incomprensible y vergonzoso cuando se le castigó de oficio con dos partidos por una jugada que hemos de suponer que habrá sido la más violenta que se ha visto en la ACB en las últimas décadas y que da la casualidad que muchos de los que la hemos visto en directo primero y luego repetido hasta la saciedad no dejamos de alucinar. Sadiel iba a machacar en una jugada muy importante de un partido crucial pero con su visión de 360 grados que adquirió en un accidente de laboratorio en realidad sólo estaba pensando en agredir al jugador que le venía por el cogote para defenderlo, y haciendo un gesto natural le golpeó, de forma totalmente inconsciente. Sólo hay dudas sobre un movimiento de codo de milímetros (en mi opinión tampoco una agresión) cuando ambos ya estaban en el suelo, pero que ni el increíble Hulk podría romperle la nariz a nadie en esa distancia. El manager del equipo contrario, tal vez preocupado de que se hablase de su propia incompetencia al ser derrotado dos veces por un equipo de menor presupuesto, se lanzó a rasgarse las vestiduras, con el aplauso de algún entrenador.

Mientras, amigos y compañeros han tenido que ver en las redes y en vivo cosas tales como que en la Copa del Rey, después de animar al Joventut en su partido, preguntarle a unos aficionados si iban a hacer lo mismo con el UCAM y contestar éstos, llenos de asco «¿Nosotros? ¿al equipo de Rojas?». O que se anime a que perdamos porque somos un equipo de cerdos. O como hoy mismo he visto, comentando una inocentada del club sobre el cierre del Martín Carpena para el partido de hoy, tuitear «es para que no se hable de la noticia de que Santa Claus fue a casa de Rojas y salió con tres costillas rotas».

Ni una protesta, ni una falta que de verdad sea antideportiva por violenta, ni una lesión causada de forma deliberada a un rival, ni un mal gesto al banquillo o la afición rival. Sólo intensidad, brega y trabajo. Y el carácter que el equipo necesita.

Me niego a agachar la cabeza y a resignarme ante esta injusticia, como hace el propio Sadiel que negó simbólicamente el saludo al presunto agredido este año, de forma muy sutil, que pocos vimos (aunque él, también magnífico jugador, no fue el responsable de lo que pasó, pero fue la forma de protestar de un Sadiel que ya está más que harto) y acuso de racista al que siga en esa actitud, porque tal y como yo lo veo sólo le falta decir: «Negro, ¿qué te has creído?».

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