El blog del funcionario

El día de la marmota

Miguel H. Valverde

Miguel H. Valverde

Elijan un año al azar de los últimos cuarenta, vayan a las hemerotecas y verán que no les engaño si les digo que pueden volver a escuchar y ver cualquier discurso con el que el Jefe del Estado nos daba el pistoletazo para sentarnos a celebrar la Nochebuena. «El Rey pide al Gobierno y la oposición sentido de Estado, y hace un llamamiento a encontrar en la Constitución nuestro mejor aliado».

Corría el año 2009. Era entonces el Rey Juan Carlos quien defendía la ‘independencia de las instituciones’ y agárrense donde puedan, ‘honradez en la instituciones’.

Las reacciones a aquel mensaje navideño tuvieron las siguientes reacciones: por el Partido Popular, hace ya trece años intervino González Pons: «Siempre que al PP le han pedido colaboración la ha dado, y a veces también sin que se la pidiesen». Un año después, 2010, el eterno González Pons al término del discurso navideño volvía a decir: «El monarca demostró ser el Rey de todos los españoles, porque dijo exactamente lo mismo que hubieran dicho los españoles si hubieran tenido oportunidad de hablar en televisión». Los socialistas, a través de la entonces portavoz, Elena Valenciano, «resaltaron y se sintieron respaldados por ‘el gran discurso del Rey Juan Carlos’».

Casi quince años después, seguimos asistiendo cada 24 de diciembre al día de la marmota, con un Rey que apuesta por un discurso alejado de la sociedad que representa, y con los dos principales partidos políticos de este país felicitándose por un discurso que hacen suyo, al igual que pasaba con el emérito.

Si alguien esperaba que Felipe VI hiciera alusión a la sanidad pública y la grave crisis que atraviesa especialmente la atención primaria, enviar un mensaje de aliento a los profesionales que siguen luchando contra el colapso de las urgencias, donde al covid, que sigue enviando muertos al cementerio y a las incineradoras (199 muertos del 14 al 21 de diciembre), se ha mezclado con otros virus para volver a poner al sistema al borde de un ataque de nervios.

Hablar de la grave situación que viven millones de españoles que deambulan por la frontera de la exclusión social, como recoge el informe de Cáritas 2022, donde alerta sobre que 600.000 hogares carecen de algún tipo de ingreso periódico, o que hablara de que hay más de dos millones y medio de jóvenes entre 17 y 34 años en riesgo severo de exclusión social intensa, o incluso que se acordara de que la mitad de los hogares que están al borde la exclusión social sufren apagón digital, tendrán que esperar otro año más. Ni una palabra del 016 y las más de 45 mujeres asesinadas por violencia de género en este año. Ni un puto guiño a nuestros mayores, muchos de los cuales siguen sobreviviendo en muchas residencias, donde solo algunas voces se atreven a denunciar su situación. Y ni mucho menos la más mínima mención de aliento y esperanza a los millones de hogares que las entidades financieras siguen desangrando en nombre de la inflación, reventando sus hipotecas.

Por no hablar de ética y moralidad, ya que no solo sigue sin pedir perdón por los comportamientos de su padre, sino que fue incapaz de pedir a las mastodónticas y avariciosas empresas energéticas, financieras y petroleras un mayor esfuerzo fiscal sobre sus multimillonarios beneficios como consecuencia de la crisis para reforzar nuestro modelo social.

No, un año más, y van cuarenta y diez, el Rey pasó de lado, y repartió responsabilidad a partes iguales, y se volvió a situar por encima del bien y del mal, donde la autocrítica sigue brillando por su ausencia.

Un año más seguimos atados al pasado, leyendo siempre entre líneas y con la hipocresía por bandera. Felices fiestas, Majestad.

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