La llegada del hijo del hombre

Bernardo Pérez Andreo

Estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.

Evangelio del primer domingo de Adviento. A. 27-11-2022

El tiempo de Adviento, las cuatro semanas previas a la Navidad, lo comenzamos con una lectura enigmática del evangelio de Mateo. Siguiendo a Marcos, Mateo pone en labios de Jesús el título de Hijo del hombre para referirse a un ser que vendrá cuando llegue el tiempo que Dios ha determinado para que se cumplan los acontecimientos liberadores del pueblo. Todo el evangelio está traspasado por una fuerza apocalíptica que conduce a este tiempo hacia su consumación final y en ese momento se manifestará el Hijo del hombre, que de forma indirecta identifican los evangelistas con Jesús, de tal modo que no es él mismo quien se identifica. No parece que Jesús en su vida realizara la identificación de su persona con el Hijo del hombre, siempre habla de manera oscura sobre este asunto. Así, en el pasaje que leemos hoy dice: «Cuando venga el Hijo del hombre sucederá como en los tiempos de Noé». Y más adelante: «Estad en vela, porque cuando menos lo penséis vendrá vuestro Señor». Y, por fin: «A la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

El título Señor sería aquí equivalente a Hijo del hombre y ambos estarían en el ámbito de la identificación de lo divino. Los judíos no pueden nombrar a Yhwh y por ello utilizan otros términos para hablar de Él. Lo que se aprecia en los primeros tiempos del cristianismo es un proceso progresivo de identificación de Jesús con Dios a través de títulos que se aplican a Jesús y que pertenecen al ámbito divino: Señor, Salvador, Hijo del hombre y, por último Hijo de Dios. Estamos ante lo que los expertos denominan como proceso de divinización de Jesús en el cristianismo primitivo. En otros términos, la identidad de Jesús no fue evidente desde el principio sino que es un proceso de descubrimiento que llega al punto culminante en el reconocimiento de su divinidad. Por eso, en los evangelios sinópticos vemos que los mismos discípulos no son conscientes de quién es verdaderamente Jesús, ni siquiera en el momento culminante de su vida, en la cruz. Solo tras la Resurrección nacerá esa conciencia plena.

Jesús, como buen judío, evita nombrar a Dios y, por supuesto, identificarse con Él. Pero sus palabras permitieron a sus discípulos barruntar que en Jesús se traslucía lo divino y de ahí surgirán posteriormente los relatos de la Navidad, donde se nos muestra, en la más absoluta vulnerabilidad, el mismo Dios que ha querido tomar nuestra condición. La preparación para la Navidad, el Adviento, permite identificarnos con el proceso que siguieron los primeros discípulos y discípulas, descubriendo la realidad profunda de la vida de Jesús: el proyecto del Reino de Dios. Para ello, hemos de estar alerta porque no sabemos cuándo se producirá el momento decisivo en el que habrá que estar dispuestos a implicarnos profundamente en el cambio de la realidad. En verdad, no sabemos cuándo es la hora ni el día, solo sabemos que llegará.

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