La Opinión de Murcia

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EL RETROVISOR

Mercurio y la ridiculez

Las obras son como son, unas veces se hacen con ilusión y grandiosidad y otras para salir del paso de una forma cutre y decadente.

Eso ocurrió con el dios Mercurio, obra excepcional del genial escultor Antonio Campillo, una interpretación de un dios doméstico hallado en unas excavaciones arqueológicas realizadas en Fuente de Lop (Lorca) en unas obras de construcción de una balsa en el año 1961, y que fue recogido por el delegado local de Excavaciones y secretario de la Cámara de Comercio lorquina Doroteo Jiménez, quien lo cedió a la Cámara de Comercio de Murcia para que sirviera como modelo al Mercurio que realizaría Antonio Campillo, escultura monumental que se le encargó para que presidiera el pórtico principal del recinto ferial de Vistabella.

Fue entonces cuando el dios Mercurio (dios del Comercio y mensajero de los dioses del Olimpo) alcanzó su máximo esplendor instalado sobre una alta basamenta, columna de hormigón de unos diez metros de altura y capitel de piedra donde reposaba majestuoso, gracias a la elegancia que le supo dotar el artista del Camino del Badel. Sus cortas piernas y testículos estaban concebidos para un punto de visión bajo, y así observarlo alzarse al cielo, teniendo como fondo los caballos y aurigas esculpidos por Nicolás Martínez Ramón, las filigranas en hierro de los herreros Pérez y Feito y el enorme mural de Manuel Muñoz Barberán.

Al pasar los terrenos de la extinta Fica a ser propiedad municipal y al comenzar las obras del actual Auditorio, el Mercurio quedó tras una puerta en la Cámara de Comercio de Murcia, propietaria del mismo en sus oficinas de Frutos Baeza. Los caballos de Nicolás Martínez fueron destruidos y acabaron en un vertedero de Alcantarilla, la verja de filigrana de los huertanos y huertanas de Pérez y Feito, desaparecidos o destruidos (nunca más se supo de la misma) y el grandioso mural de Manuel Muñoz Barberán en el pabellón de dirección, igualmente destruido.

Fue en tiempos de Pedro García Balibrea, presidente de la Cámara murciana cuando el Mercurio, junto al Ayuntamiento de Murcia, volvió a ver la luz en el año 2007 colocándose en una ridícula base para la que la escultura no estaba concebida y mucho menos cuando un dios pagano da la espalda a la católica iglesia de San Bartolomé.

El mismo Antonio Campillo manifestaba su malestar por la actual ubicación el día de su inauguración. El artista autor de la obra hubiese preferido la plaza de José Esteve Mora, entre los naranjos existentes y mirando a la tradicionalmente mercantil calle de la Platería, lugar que hubiera permitido una columna bastante más alta que la que ocupa, dando así mayor vistosidad y elegancia a la escultura del dios Mercurio y su simbolismo acerca del comercio murciano.

Nunca es tarde si la dicha es buena y así, igualmente, se evitaría que su fácil acceso permita el deterioro intencionado que afecta a la conservación e integridad de la escultura.

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