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Carla Antonelli: quién ha dejado a quién

Carla Antonelli

Política, actriz, activista, motor y símbolo de una larga lucha por la visibilidad y los derechos de las personas trans, y mujer. Y ahora, en 2022, tener la necesidad de escribir ese mujer, de pronunciarlo y reivindicarlo produce, por encima de todo, una profunda tristeza. Duele cada letra trazada. Caracteres convertidos en filos de navaja para rasgar esa oscuridad que viene (o quiere volver), hecha de mentiras y humillaciones. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Recorrer la vida de Carla Antonelli es transitar por la historia de un país que sufrió cuaenta años de un gris tétrico y asfixiante. Que se soñó libre y acogedor. Que la ilusión, el compromiso y la generosidad de unos y la complicidad de muchos logró avances indiscutibles en derechos sociales. Y que, ahora, en una pirueta del destino inimaginable hace apenas tres años, se ve sacudido con polémicas que, lejos de ser marginales, tienen repercusión en la vida de las personas, en su libertad y en sus derechos. También en su sufrimiento.

Antonelli nació en Güímar (Tenerife) en 1959. Cactus, lagartos, volcanes y la angustia de una joven que no encajaba en las estrechas miras de un pueblo, de una isla, de un país inmerso en la asfixia franquista. A los 17 años dejó atrás su vida cerrada para embarcarse a la aventura. En Las Palmas de Gran Canaria empezó su carrera como actriz, aunque primero hubo una esquina en el Parque de Santa Catalina. Siempre hay rincones para las desterradas.

Talento y valentía.

«Carla, travesti politizado: siempre votaré al PSOE», este fue el primer titular que Antonelli acaparó. La democracia ya había llegado a España y ella pronto marcharía a Madrid. Su talento y su belleza le abrieron las puertas del music hall y su valentía la llevó a extender la lucha al colectivo. La visibilidad como camino necesario para la normalización. En 1980, grabó un documental para TVE. Tan solo hacía un año que la homosexualidad y la transexualidad habían dejado de ser motivo de encarcelamiento.

A principios de los 90 su presencia era habitual en tertulias televisivas, y en el 97 entró en el PSOE. Años de activismo, de logros que situaron a España en la vanguardia de los derechos LGTBI, de las Fiestas del Orgullo y de amigos y compañeros de lucha. Pedro Zerolo y Carla Antonelli son los rostros de un PSOE que alivió sufrimientos, dio esperanzas y dotó de redoblada dignidad a miles de personas. De 2011 a 2021 fue diputada socialista de la Asamblea de Madrid, la primera mujer trans en alcanzar un cargo institucional de tal nivel en España.

«Nos has dejado legándonos el camino de las baldosas amarillas, el que nos llevará a la Ciudad de detrás del Arco Iris, la que siempre soñaste y que hoy es más real gracias a ti». Estas líneas son parte de una carta pública que Antonelli dedicó a Zerolo. Su compañero de tantas luchas falleció en 2015. Siete años más tarde, el camino de baldosas amarillas anda sembrado de obstáculos. Piedras que brotaron, con fuerza inusitada, desde que Unidas Podemos se hizo cargo del Ministerio de Igualdad y pasó a defender la ley trans (propuesta fiel a la del PSOE de 2017). Un sector del feminismo socialista e intelectuales de su órbita pasaron a adoptar postulados que, hasta el momento, solo habían sido defendidos por la derecha más reaccionaria.

El debate sobre la ley trans está viciado por la voluntad de utilizarlo como arma arrojadiza. En su contra se han utilizado la confusión, la mentira y unas dosis inaceptables de odio. Desde atribuirle supuestos que no contempla, hasta difundir datos sin soporte científico. El apocalipsis ha sido anunciado por embaucadoras con mucha necesidad de notoriedad y ningún escrúpulo, pero también por feministas de reconocida talla intelectual. La bilis del debate público contrasta con la normalidad con la que una mayoría de jóvenes vive la realidad trans.

Durante los dos últimos años, Antonelli se ha dejado la piel defendiendo una ley que solo pretende hacer la vida un poco más fácil a las personas trans. Ha soportado lo intolerable. Insultos y vejaciones que resucitan fantasmas que parecían superados y que ahora visten ropajes nuevos. Algunos, obsequiados por los laboratorios ultras de EEUU. La mujer combativa y empática ha dicho basta. El enésimo retraso en la tramitación de la ley trans ha llevado a Antonelli a abandonar el PSOE. O el partido la ha abandonado a ella. Hoy, el camino es un poco más abrupto.

Definitivamente más triste.

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