La Opinión de Murcia

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Así somos

Abrazos masculinos

La disminución de la secreción de cortisol por el abrazo se da menos en mujeres que en los hombres

Abrazos masculinos. Leonard Beard

El tacto nos informa acerca de lo que alcanza nuestro cuerpo o se encuentra cerca de él: temperatura o dolor, por ejemplo, pero también picor, cosquillas o placer sexual. En todas sus modalidades posee un fuerte contenido afectivo y social, y proporciona sensaciones de agrado o desagrado dependiendo de la persona que nos toque o a quien toquemos. Nos gusta tocar, acariciar, abrazar y besar a las personas que queremos y andamos cogidos de la mano de nuestra pareja sentimental o de nuestros hijos. Damos también la mano o besamos a personas desconocidas cuando somos presentados. La transmisión de afecto a través del contacto se encuentra en otros primates, en los que las conductas mutuas de despiojado o acicalamiento revelan la cercanía e intensidad de la relación. La falta de contacto físico durante la epidemia de covid-19 parece haber contribuido a los problemas de salud mental en la población.

Numerosas investigaciones muestran los efectos positivos del contacto físico con las personas queridas sobre el estado de ánimo y la salud. Muchas de ellas se centran en los efectos de contactos como tomar la mano o el brazo de la pareja sentimental, o de darle un abrazo, antes o durante una situación de estrés. Estas interacciones disminuyen las reacciones de estrés, entre ellas el malestar y las alteraciones fisiológicas y hormonales que lo caracterizan. Se atribuye a que el contacto físico con la persona querida aumenta la liberación de la hormona oxitocina que atenúa los cambios subjetivos y corporales antes y durante el estrés.

La mayoría de estos estudios se realizan con contactos prolongados, de unos diez minutos o más entre los miembros de una pareja, durante los cuales están unidos de la mano, uno toma la mano de la otra persona o le da un masaje. En un artículo publicado este año en la revista Plos One, la investigadora Gesa Berretz de la universidad del Ruhr y sus colaboradores estudiaron si un breve abrazo de la pareja sentimental puede reducir el estrés en una tarea de laboratorio. Las parejas, todas heterosexuales, se abrazaron a solas durante unos veinte segundos, antes de que uno de sus miembros sumergiera la mano en agua helada durante un máximo de tres minutos. Esta tarea se grababa con una cámara hacia la que el o la participante debía mirar. Descubrieron que el abrazo previo, en comparación con otra pareja que no se abrazaba, disminuía la producción de la hormona cortisol, una de las principales hormonas del estrés.

En el día a día abundan situaciones de estrés, como reuniones difíciles, entrevistas de trabajo, hablar en público, exámenes escritos u orales. Como el cortisol interfiere en tareas de trabajo mental o de memoria, un abrazo breve de la pareja podría ser una buena forma, accesible, de enfrentarse al estrés cotidiano.

Un resultado inesperado fue que el efecto principal, la disminución de la secreción de cortisol, se daba en mujeres pero no en hombres. Según los investigadores podría deberse a que las mujeres fueran más sensibles a los efectos positivos del abrazo, y del contacto físico aunque sea breve, o a que liberaran mayor cantidad de oxitocina. Los psicólogos germanos dejaron de lado una explicación alternativa: pudiera ser que el factor decisivo se debiera a un abrazo masculino, tal vez más fuerte o intenso. Hace falta aún más investigación para aclarar este efecto beneficioso sobre el estrés. Mientras tanto, reciban un afectuoso y breve abrazo, eso sí remoto, por si pudiera serles útil en los contratiempos cotidianos.

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