La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Divinas palabras

El ideólogo y el colaboracionista

Están atrapados en la maraña de cumplimientos religiosos que solo conducen a la vanidad y el orgullo pero son absolutamente estériles para construir una realidad de misericordia y justicia

Lucas sigue mostrando el camino que conduce a Jesús hacia Jerusalén y planteando parábolas donde compara dos actitudes que muestra como opuestas. Para ello interpreta parábolas que Jesús mismo dijo, quizás en otro contexto, llevándolas a su visión de lo que debe ser la comunidad de seguidores de Jesús. La parábola del fariseo y el publicano es puesta en duda por la crítica como procedente de Jesús, pues la imagen que da del fariseo no se corresponde con la época de Jesús, sino más bien con la época de Lucas. En tiempos de Jesús el fariseísmo no era monolítico y había muchas diatribas entre ellos mismos. Incluso hay expertos que consideran a Jesús dentro de la amplia línea interpretativa farisea. Por tanto, tendrían razón quienes consideran que Lucas crea esta parábola, sin embargo creemos que tiene visos de historicidad, pues es propio de Jesús mostrar esta oposición entre dos modos de comportamiento, como vimos con el juez y la viuda y en otras muchas parábolas.

Aunque creemos que esta parábola es en lo básico de Jesús, vemos con nitidez cómo Lucas crea la estructura de la misma y le da su interpretación. Lo hace por medio de la introducción y la conclusión: hay quienes se consideran justos y desprecian a los demás, estos que se exaltan serán humillados y los que se humillan serán exaltados. Esta es la interpretación de Lucas. Pero la parábola de Jesús, que está justo entre las dos interpretaciones de Lucas, encerrada como un bocadillo encierra el apetitoso manjar, nos habla de dos prototipos de personas. Una, el fariseo, se considera a sí misma cumplidora de la Ley judía y respetuosa de su pueblo (el ideólogo); la otra, el publicano, es consciente de su situación de pecado, pues recauda impuestos para el Imperio opresor, para Roma (el colaboracionista). El publicano es mal visto porque con su trabajo permite al opresor continuar con su dominio cobrando los impuestos que lo sostienen. Jesús opone su actitud de reconocimiento de su estado de injusticia con la actitud de quien es un buen judío, pero desprecia a cuantos deben sobrevivir como pueden en medio de un mundo difícil. Jesús no justifica la colaboración con el invasor romano, pero pone en valor la dificultad de sobrevivir entre la injusticia. Recordemos que no hace mucho alabó Jesús al administrador que aprovechó las riquezas injustas para hacer amigos.

Creo que el sentido que tenía esta parábola en el contexto en el que Jesús la utilizó estaba relacionado con la construcción del Reino de Dios y vendría a mostrar que quienes deberían tener más claridad a la hora de construirlo han quedado atrapados en la maraña de cumplimientos religiosos que solo conducen a la vanidad y el orgullo pero son absolutamente estériles para construir una realidad de misericordia y justicia. Sin embargo, quienes sobreviven colaborando con la injusticia por necesidad, están en condiciones de abrirse al Reino de Dios, pues ellos son conscientes de su indigencia. Como dice Jesús en otro lugar: «te doy gracias, Padre, porque has ocultado esto a los sabios y lo has revelado a los humildes».

Compartir el artículo

stats