La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Yayo Delgado

Achopijo

Yayo Delgado

Estamos aquí

Coleta. Una camiseta granate de la Universidad de Murcia. Vaqueros. La luz de la tarde de un día cualquiera va apagando la ciudad en la parada del tranvía, mientras cruza un río de gente la avenida. Un chico con auriculares, una señora con un bastón y su cuidadora. Dos patinetes surcan el carril bici esquivando peatones. Ella deja la bolsa del supermercado en el suelo. Asoma un paquete de galletas. A dos metros un chaval. No sabría decir su edad, pero es de esa edad en la que ya nos podemos ver todos los que la hemos pasado como si fuera ayer. Lleva otra bolsa de supermercado. El móvil en el bolsillo trasero. Sudadera con capucha. Se miran con cercanía fuerte, reciente. Ella aprieta los labios y sonríe hacia adentro y él se mete las manos en los bolsillos como un actor de serie americana. Rompen a sonreír con carantoñas preciosas y se acercan. Se dan un golpe hombro con brazo. Sin decir nada, ahí había un perdón, o un los dos sabemos algo. Un nada es tan importante, que es la filosofía de vida que nos da aire estos días de otoño y mosquitos.

Siguen siendo los mejores momentos. Los que surgen y son la nada, pero el todo. Los que hacen que sienta que la vida sigue pasando bien por casi todas partes. Me gusta el calor. Me gusta el frío. No echo de menos uno u otro, realmente, aunque así parezca. Las cosas siempre parecen algo que son aunque no lo sean. Estos días, en los que he vuelto a sacar un ratito para escribir al domingo, motivado por quien siempre está ahí, detrás de las letras impresas en el olor a periódico, sigo dando gracias por haber tenido a mi lado a mi abuela tantos años. Mi madre la echa de menos todavía, pero ambos sabemos que el tiempo es un regalo y seguimos aprendiendo a mirar atrás.

Os tengo que recomendar El Bien, nuevo tema del nuevo disco de Viva Suecia, El amor de la clase que sea. Y también que os hagáis un sándwich de cruapán tostado con sobrasada, mantequilla, almendras y mayonesa. Que ando leyendo lo de Eggers dándole bastante crédito a ese mundo obsesivo que nos amenaza, aunque yo creo más en que todo fluirá. Será esa ingenuidad a la que ahora aspiro mirando al futuro. Esa en la que me creo la mitad de lo que veo, aunque nada sea tan importante. Creo en la chica de la coleta, y el chico de la sudadera con capucha que arreglaron con amor aquel instante que seguí desde mi coche, y me hubiera ido con ellos siguiendo su historia con música y los planos de cualquier serie del momento. Alguna en la que pasen cosas sencillas, la gente se ría y disfrute y nos haga bien. Abramos un quinto en manga corta y brindamos, que es domingo y estamos aquí. Vale.

Compartir el artículo

stats