Querida Belén:

Ya llegó, ya está aquí, la vida normal y la rutina, a punto de nacer. Este es el momento crucial cuando podemos dejar que se convierta en cárcel o hacerla para que sea el espacio habitable en el que transitemos. Si hay un Año Nuevo capitalista, debería ser este, que es cuando reiniciamos verdaderamente. Como notarás, a mí ya me ha cogido por los cuernos y estoy batallando con ella como si fuera un forcado portugués. Los áureos propósitos del verano se están diluyendo la mayoría, uno a uno, como hijos de una especie sutil, ingrávida y gentil, como pompa de jabón. Solo quedarán los que sobrevivan al envite de la rutina que, además, viene preñada de ominosos presagios. Se acerca el invierno, pero ya te digo que lo que oculta el tarjetón tras la figura de septiembre del decorado Un, dos, tres no es el piso en Torrevieja ,pero como nos hemos prometido no hablar de política, hasta aquí puedo leer, que diría Mayra Gómez Kemp.

Me alegro de que te lo pasaras tan bien en La Carbonara. Creo que lo podemos poner en mayúsculas, como el evento del verano, y conseguir algún tipo de subvención del Ministerio de Exteriores italiano como un evento más de la marca Italia, de la que ellos son tan expertos y que yo sufro en aspectos insospechados. Lo de la Marca Italia y cómo se hace la carbonara, o cómo vender una maquinita con diseño, es como la paella, que los valencianos son los que se llevan la fama, pero los alicantinos son los que cardan la lana, y lo que se vende como un rito esotérico o el colmo de la sofisticación en realidad es más sencillo que el mecanismo de un chupete, suizo, quizás de la parte italiana de Suiza, pero chupete. Aún así he de protestar a lo que dices de que madre mía, si nos hubiera visto algún hijo de la tricolor. Todo se hizo, en la medida de lo posible, bajo ese canon estricto, que únicamente faltó el guanciale, pero todo lo demás, incluidos los negronis desbaratados, se hizo con su campari, con su rosso y con su proseco. De hecho, esos desbaratados en italiano se llaman sbagliatto, y Franco Sbagliatto es el que está cantando sobre la perspectiva Nevski ahora mismo en tu resaca, con chunda chunda feat. Pitbull, Rosalía, Bad Bunny y C. Tangana, todos a la vez.

Sumarse a una fiesta es como subir a una barca a la deriva y todos tenemos que estar atentos a que no zozobre y se nos caiga alguien por la borda, por más que esa barca parezca estable, ancha y firme y parezca que haya sitio, y siempre será deber del anfitrión lanzar un salvavidas por si alguien se nos va. En una fiesta debemos, como invitados, mostrar lo mejor de nosotros mismos. Nuestra mejor conversación, nuestra mejor presencia, nuestra mejor educación y si entendemos que ahora no tocaba, porque en esa barca hay gente diversa, pedir disculpas con la mejor voluntad, como pedimos disculpas cuando bailamos agarrados y pisamos a alguien, y tratamos de seguir, que tampoco tenemos que estar mostrando en todo momento que tenemos la razón más gorda. Una fiesta es un acto de comunidad, como, en parte, debería ser la vida. Creo que, en comunidad, nos irá mejor lo que nos viene.

Y que, oye, como propósito para el nuevo curso tampoco está mal porque si no tenemos eso en cuenta esto pasa de barca a la deriva a tabla de naufragio. Y para el curso que va a venir, eso sí que no.

Y con esta me despido de la correspondencia. Nos vemos en la vida, por supuesto, más antes que después. A los que nos han leído, un placer y un honor, cualquier alegría fue suya y disculpas por cualquier ofensa, porque no hubo intención. Tú apagas mañana y nos vamos. Un beso muy grande a ti y a todos.