‘El canto de los jóvenes’, de Karlheinz Stockhausen

En 1956, Karlheinz Stockhausen dio un paso de gigante con la primera gran obra de música electroacústica. Cuando aún era reciente el recuerdo de la guerra y los crematorios, el compositor alemán ofreció una obra plenamente religiosa: El canto de los jóvenes. Se trata de los hebreos sentenciados en el horno de Nabucodonosor. La voz humana (de un joven soprano) y los sonidos electrónicos se mezclan de tal manera que asistimos al nacimiento de un lenguaje novedoso, pronunciado por primera vez durante el siglo XX, cuando las fronteras entre el hombre y la máquina acabaron por diluirse de forma asombrosa, cuando los sonidos de la mecánica y la electrónica se infiltraron en la mente colectiva de la humanidad, formando parte de los sueños, de las representaciones compartidas, de los mitos que nacieron entonces. Forjada con la experimentación de registros electrónicos unidos al serialismo total, así como la grabación y manipulación de eventos acústicos completos, el Canto de lo jóvenes nos adentra en un ecosistema nuevo en la historia natural de nuestro viejo planeta, hogar de una humanidad recién nacida y diferente. Un idioma de fonemas electrónicos narrará la crónica de este último salto evolutivo que ha sufrido nuestra especie.