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Todo por escrito

Gema Panalés Lorca

Suplantadora

Me acaban de meter en un grupo de WeChat (el WhatsApp chino) y como estoy tan excitada por conocer a mis nuevos amigos, mi compañero de viaje no ha podido evitar compartir conmigo una idea:

-A ver, esto es algo que pocas veces se da en la vida. Tienes la oportunidad única de ser un nuevo tú, de suplantar otra identidad. Yo creo que deberías decirles esto: “«Hola, soy Hoja de Jazmín Alegre, decoradora de interiores. Empecé a estudiar chino porque abrí una tienda de Feng Shui. Es mi pasión, pero hay aspectos del feng y del shui que se me escapan. Hago lo que puedo y cuando termino les digo a mis clientas: son 1.000 euros, y entonces ellas me contestan: “No te voy a pagar”. Y claro, yo les replico: “Pero, mujer, cómo no me vas a pagar, si te he dicho dónde tienes que poner el espejo…”. Ahora tengo un buen follón porque mi familia me prestó dinero para abrir el negocio y no sé cómo se lo voy a devolver». Yo creo que esta historia te pega, que te representa, vamos.

Como mi compañero y yo estábamos tirados en la cama, haciendo la cucaracha muertos de calor, contemplé dos opciones: o partirme de la risa o pegarle con la almohada. Opté por la primera mientras hacía lo segundo. 

Los niños juegan todo el tiempo a ser otras personas, pero los adultos somos tan predecibles que no sabemos escapar de nuestro ‘yo’ de toda la vida. Lo peor es que nuestra identidad está ligada de manera indisoluble a nuestro trabajo. No valoramos al otro por lo que es, sino por lo que hace. Cuando conocemos a alguien nunca le preguntamos: ¿eres más de Rousseau o de Hobbes?, sino que le soltamos a bocajarro: ¿cómo te ganas la vida? Una expresión que habla de nosotros más como esclavos que como espíritus libres.

Lo bueno de las vacaciones es que uno puede escapar de su aburrido ‘yo laboral’ y sorprenderse a sí mismo con otra exótica identidad. Para meterse en el papel, yo aconsejo ponerse un nombre acorde. Les dejo un par de ejemplos para que se inspiren: la agente secreta Lluvia Espinelli o la plusmarquista olímpica Talita Antúnez. ¿A que molan? Mi compañero de viaje también tiene los suyos, pero es mejor que le pregunten a él, porque dice que soy una indiscreta.

De pequeña era G.P.L., fundadora del grupo editorial Club Lector (escribía revistas con cotilleos del edificio que les vendía a mis padres y a sus vecinos), pero también la Gran Bruja Janette, tarotista y vidente; y la masajista y experta en belleza Yadira (a palo seco). Como hombre, me metí en la piel del detective privado John Harrison (mi más insigne creación literaria) y como animal fui la luciérnaga Luci (tendría unos 6 años). 

No me sea usted Don Nadie, libere sus potencialidades ocultas y búsquese una identidad con la que fardar entre sus amistades este verano.

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