La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

La hoguera

Solo sí es sí

La ley del solo sí es sí la aprobó el Congreso al día siguiente de que el Ministerio de Igualdad forzara el indulto a María Sevilla, una señora que ha cubierto de denuncias falsas a su ex, y que estaba condenada por la Justicia por sustracción de menores. Al hijo lo tenía escondido en una finca, sin escolarizar, a oscuras y sometido al más delirante adoctrinamiento religioso. No es un detalle intrascendente que haya aprobado una ley que blinda el testimonio de la mujer en sede judicial como indiscutible al día siguiente de que se indulte a una mentirosa profesional.

Nos dijo que el «yo sí te creo» es ley una ministra que, en la misma declaración, estaba llamando «maltratador» a Rafael Marcos, el ex de María Sevilla, sin una sola sentencia judicial que lo pruebe y sin otra cosa que los informes de parte confeccionados en el seno de Infancia Libre, organización criminal cuyo modus vivendi era la imposición de denuncias falsas en procesos de separación y divorcio. De nuevo: no me parece intrascendente que todo esto ocurra a la vez. La ley del solo sí es sí ha sido bautizada en un concierto de mentiras y calumnias. Buen comienzo.

El movimiento que ha cristalizado en esta reforma empezó con la violación de La Manada, y con el grito de unas masas en la calle que exclamaban que aquello no era abuso, sino violación. El populismo penal ha convertido el eslogan en una reforma que destruye la vieja diferencia entre el abuso y la agresión, y convierte en la misma violación la que se comete con el prevalimiento que la que se hace a punta de pistola, o paliza mediante. Serán los jueces, en cada caso, los que tomen la decisión. Los juristas están tan escandalizados como el CGPJ: coinciden en que esta reforma añade incongruencia e indeterminación y pone excesiva carga en el albur de la judicatura.

Sin embargo, pones la tele y en todas las cadenas, en todos los debates, lo pintan no ya como un triunfo partidista, sino como la salvación. Tertulianos demagogos ensayan la nueva estrategia de combate, que se basa en sugerir que si te opones a esta ley tal como la han parido, en realidad eres sospechoso de estar a favor de la cultura de la violación. Como si criticar una presunta solución, cutre y panfletaria, con más sombras que luces, fuera estar a favor del problema. Pues no cuela: esta ley no combate las violaciones, sino la idea de que las mujeres son seres adultos y complejos.

Compartir el artículo

stats