La Opinión de Murcia

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Tribuna libre

Tic-Tac, Tic-Tac, ¡Pum!

El remate de esta hestoria no puede ser otra que, con un poco más de pacencia, dejar onjutos cuantiantes el majuje de personajes que nos baraja

Pedro Sánchez.

Se acabó, el reloj del Gobierno de izquierdas más extremo y nefasto de la nación está a punto de dar la hora. Las campanas de la democracia española sonarán para ofrecer una solución política a lo que durante demasiado tiempo ha constituido el principal problema del país, su Gobierno. Su etapa terminó.

Aún latente, aunque parece que por poco tiempo, asistimos a lo que podríamos denominar un ‘Gobierno gazpacho’ que, siendo nuestro plato veraniego favorito, puede resultar sumamente indigesto si se cometen errores en los elementos de su elaboración. El proyecto sanchista solo se asemeja al socialismo tradicional español por el color, lo demás fueron ingredientes nocivos para una normal digestión de la democracia española.

No haré un repaso de cuantos errores ha cometido este Gobierno, sería interminable narrar todos y cada uno de los acontecimientos que han sonrojado a los españoles producto de un pacto multicolor ideado por Pedro Sánchez, cautivo de los compromisos adquiridos con quienes desprecian a España.

Pero si podríamos afirmar que estos personajes han estado a punto de acabar con la ilusión democrática del pueblo español, a veces con el beneplácito de quienes, como Rajoy, entregaron el poder sin dar palo al agua, como siempre; o de quienes, ocupados en conservar sus puestos orgánicos, hicieron dejacion de su responsabilidad ante las instituciones nacionales, como Pablo Casado.

Con este Gobierno hemos pasado de la confusión primitiva derivada de su composición ayer a un estado de indignación en el presente que, de no corregirse, nos puede sumir en el más absoluto caos democrático en el futuro.

Si la confianza política es el cimiento básico que sostiene todo régimen democrático, las dudas y múltiples sospechas que anidan entre los propios componentes del actual Gobierno se transmiten al pueblo soberano minando negativamente el frágil tejido social de los españoles que, reiteradamente, confirman que ven como principal problema de España a sus políticos.

No pasa desapercibida para el Gobierno esta situación. En Moncloa no saben muy bien cómo ambientar musicalmente sus pasillos. Los hay clásicos que apuestan por la Pasión según San Mateo, de JS Bach, relacionada con la música funebre; otros, por Gabriel Faure y su Réquiem.

Mas, conociendo como sabemos del cariño del señor Sánchez a la poltrona hay en el palacio presidencial quien de forma empecinada se ofusca en aclimatarse al bolero, Reloj, en versión de Los Panchos:

No más me queda esta noche

Para vivir nuestro amor

Y tu ‘tic tac’ me recuerda

Mi interminable dolor

¡Reloj, detén tu camino!

Pedro Sánchez y su desgobierno han entrado en el bucle de la sin razón en la que caen todos los Gobiernos en descomposición. Es incapaz de asumir que el reloj no se va a detener, que el pueblo español no está para boleros ni milongas. Hasta el CIS de Tezanos reconoce el ‘efecto Feijóo’, y lo que es peor para Sánchez, la desconfianza de los españoles en el presidente del Gobierno.

La esperanza, la ilusión, la creencia fundada en la lógica de tanto error, tanto fraude e irresponsabilidad han espabilado al pueblo español: hay otra forma de gobernar y otro PP preparado para gobernar.

Hasta los pastores del Campo de Cartagena han caído en la cuenta. Conversando con uno de ellos en la diputación pachequera de Camachos días atrás, en un panocho comarcal digno del Diccionario Popular de Nuestra Tierra, me transmitió: «El remate de esta hestoria no puede ser otro que, con un poco más de pacencia, dejar onjutas cuantiantes el majuje de personajes que nos baraja».

Cuando vean a un pastor tapándose la oreja no piensen que le duele el oído, es que está prestando atención al transistor. Pueden cambiar de emisora, reciben una información plural y transmiten, contrariamente a Tezanos, lo que por propia voluntad sienten, esperando con pacencia la explosión electoral, el ¡Pum! final.

La etapa de este Gobierno que está a punto de culminar, ni la derecha, ni el centro, ni mucho menos la izquierda, deberían olvidar para no verse abocados a repetirla.

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