Nadar en una piscina de aguas termales en Reikiavik a las seis de la mañana, mientras la temperatura del aire permanece varios grados bajo cero. Desayunar muffins con arándanos al amanecer contemplando los prados que rodean la verde Cong, donde John Ford rodó El hombre tranquilo. Caminar sobre las baldosas que holló Cervantes en cierta venta del Valle de Alcudia. Ver ocultarse el sol tras las Montañas Rocosas desde algún pueblo de Wyoming... ¿Cómo vivir sin viajar?