La Opinión de Murcia

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Nos queda la palabra

Depredadores

Se lo crean o no, pero la apuesta por las ciudades frente a los pueblos y la agricultura no es culpa de los dos años que lleva Pedro Sánchez en el Gobierno. Hace tiempo que la riqueza de los países se mide por el peso de la agricultura en su economía. A menor relevancia del sector primario, más cerca de ser primero en la lista de los más ‘desarrollados’.

Ya en mis años mozos, allá por un pequeño pueblo de cereal junto a Valladolid, de nombre Siete Iglesias de Trabancos, sus habitantes soñaban con trabajar en Fasa-Renault. Dejar la pesadilla del campo para abrazar el dulce sueño de una nómina. Más cerca de Murcia, en pleno boom inmobiliario no fueron pocos los agricultores prósperos que aprovecharon la burbuja para deshacerse de la tierra.

Propios y extraños sitúan al medio rural en un lugar secundario, salvo cuatro románticos y algún loco, como es el caso, defensor de las causas perdidas.

Quizá todos movidos, consciente o inconscientemente, por la clara decisión que se tomó en tiempos de Franco: la economía de España se basaría en abandonar el medio rural para poblar la costa y las grandes ciudades. Industria y turismo frente a agricultura y, eso sí, un trasvase para crear la huerta de Europa.

No hay más. En nuestro país, la puntilla política a los pueblos y a la agricultura se dio hace mucho tiempo, aunque hoy los herederos del susodicho promuevan movilizaciones por una decisión de su padre putativo. Inspirados también por otro personaje al que abonan sus gracias, como Trump.

En estos dos últimos años de nuestro terrible Gobierno no sólo, a su ‘juicio’ habría comenzado la despoblación sino también finalizado y hundido la agricultura. Los hechos más relevantes ocurridos en este último periodo, sin embargo, han sido el fin de los aranceles impuestos al sector agroalimentario por el americano susodicho; la ley de la cadena alimentaria para preservar los precios; y, esta misma semana, un paquete de 450 millones de euros en materia fiscal, laboral, financiera e hidráulica para intentar paliar la sequía y el alza de los precios y los suministros. Y sólo aquí y desde otra perspectiva, la firme determinación de recuperar el Mar Menor, en el que la agricultura algo tendrá que ver.

Eso sí, ya tiene mérito que los lobos con piel de cordero ocupen la pancarta como los salvadores tras cavar la tumba de los que irán detrás.

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