Febrero se escapa. Se nos va de las manos. Tan cortito como siempre y tan en su lugar, cumpliendo lo que supone ser el segundo mes del año. Es, febrero, un mes de contrastes: ni frío ni caluroso; escaso, pero intenso; de luz y tonalidades mates; de lluvia, sol y viento. El mes del antifaz, de la ceniza, del acuario indomable y el piscis estacionario… Febrero, el de la floración. Pasa rápido y siempre dejando una huella. Mi febrero del 22: una guerra atroz y despreciable; la imagen de unos chavales marcando notas en un viejo piano o lanzando sonidos de cuerdas de guitarra al compás de sus voces; la flor de almendro… Y una mujer sentada en la escalera; bien podría ser el título de una de Serrat o una estrofa de Espronceda, pero no, solo es una imagen sin sonido rodeada de música. Bonita.