Me sorprendió ver al profesor Joan Ramón Laporte en la diana de un verificador de noticias tras su intervención en el Congreso, con una foto llena de señales de peligro y el titular «Las afirmaciones falsas o sin evidencia científica de Joan-Ramon Laporte sobre las vacunas contra la covid-19». El artículo entresacaba y descontextualizaba ocho o nueve afirmaciones de Laporte y ponía a otros expertos a refutarlas o discutirlas. Lanzaba un descrédito frontal contra el doctor sin mencionar el meollo de sus críticas a las prácticas opacas de las farmacéuticas o los problemas de las agencias públicas de control de los fármacos. Se hila fino en apariencia, pero en algunas de las refutaciones a Laporte usan datos que el propio Laporte ofrece.

Curioso esto: en el artículo lo presentan sin el apelativo doctor o experto que sí aplican a quienes lo discuten, y no explicitan su currículum, cosa que sí hacen con cada uno de sus críticos, pese a que Laporte fue el impulsor de la farmacovigilancia en España y, por tanto, un hombre más que acostumbrado a leer entrelíneas y con ojos críticos la propaganda farmacéutica. ¿Se equivoca aquí? Pudiera ser. Pero omitir la información de sus credenciales es algo que el verificador no puede haber hecho por descuido. Tampoco indagan en otra cosa: no sabemos si quienes lo discuten tienen conflictos de intereses, y esto es algo que Laporte señala como indispensable cuando se trata de criticar a unas empresas con tentáculos tan largos.

El tipo de crítica de Laporte a la industria farmacéutica y los organismos de control ¿por qué apenas ha aparecido en los medios de comunicación y los verificadores de noticias durante esta pandemia? Sospecho que el miedo a los antivacunas ha provocado una unanimidad mediática que eludía la lectura crítica de los informes que proporcionaban estas empresas, un trágala poco responsable si tenemos en cuenta el historial de fraudes multados por los tribunales de empresas como Pfizer.

Ese miedo a los antivacunas acaba implicando verlos donde no los hay. Por más que Laporte recomienda que toda la población mundial esté vacunada con al menos una o dos dosis, se le pone el sambenito. Y se confunde su crítica a los ensayos clínicos de las farmacéuticas con una negación de los beneficios de la vacunación. Me parece una forma de verificar noticias un tanto particular, ande más o menos errado Laporte.