Opinión | La hoguera
Juan Soto Ivars
Al que hable mal de Pajares lo mato
Atresplayer emite por capítulos la serie documental Pajares y Cía. A Pajares le debía Antena 3 este homenaje porque fue uno de los nidos de ratas que se aprovecharon de sus problemas y lo llevaron hasta la locura para exhibirlo. Odio a los paparazzi y odio los programas del corazón, sobre todo los de aquella época. Pero el documental es un trabajo tan excelente que todo queda perdonado. La dirección de Carlos Torres ha logrado este y otros reequilibrios. Hay espacio para el homenaje y para los análisis culturales con un punto de envaramiento, pero la dirección inclina la balanza hacia donde se tenía que inclinar: a la humanidad, que se restaura.
Son cinco capítulos en total que abarcan desde los orígenes del mito del Destape hasta el reencuentro de dos amigos, ya muy mayores, en un bar, pasando por el cine serio, las series de televisión y el viaje a los infiernos catódicos del Pajares. Presentan la ruta por la vida de un hombre sensible y logran medir muy bien la dosis para no caer en el empalago ni el descuartizamiento revisionista, tan de moda.
Torres simplemente coloca a Pajares en el centro, casi mudo, de manera que el resto de los elementos orbiten a su alrededor, retratándose a sí mismos más de lo que lo retratan a él. Es una decisión inteligente para narrar la historia de un actor y un tipo de risa que atraviesan el tiempo y llegan vivos hasta el presente.
Para conocer la vida y la obra de Pajares escuchamos a actores, directores, guionistas, periodistas, cómicos, maquilladoras y demás, que oscilan entre la familiaridad y la perplejidad, entre el cariño y el desconcierto. Unos son amigos del actor y otros no lo conocen de nada. Javier Cámara es quien pronuncia la frase que he elegido de titular, «al que hable mal de Pajares, lo mato», después de contar cómo se portó con él cuando murió su padre. Pero aquí no se blanquea la imagen de Pajares como acostumbra a hacer la televisión, sino que se restaura como las películas del Cine Doré.
En este sentido logra situar muy bien lo que fue el Destape, en su marco correcto, definido por una frase que pronuncia David Trueba en uno de los capítulos. No la he apuntado, pero es algo más o menos así: «Irritarse con las películas de Manuel Ozores es tan absurdo como irritarse con las pinturas de Atapuerca». De ahí venimos. Son las cosas que hicieron reír a nuestros padres, de modo que son nuestras. Te rías o no.
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