Fariseísmo

La jerarquía católica española admite que ha inmatriculado como propiedades de la Iglesia -entre 1998 y 2015, al abrigo de una disposición legal emanada del Gobierno Aznar-unos 950 bienes inmuebles que no le pertenecen. El Gobierno actual asegura que son 35.000 y la asociación Recuperando, que 100.000, porque la Iglesia está inmatriculando bienes como propios desde 1946 con la simple certificación de un obispo. Sea cual sea la cifra, es claro que la Iglesia ha mostrado una extraordinaria diligencia para hacer suyas propiedades ajenas al socaire de una legislación complaciente. En cambio, no muestra la misma diligencia para investigar los casos de abusos a menores por parte de miembros del clero que se están denunciando en España. Y eso a pesar del mandato del papa Francisco. 

Ha tenido que ir a la radio una víctima, el escritor Alejandro Palomas, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2016 y Premio Nadal en 2018, para contar con cierto detalle los abusos que le infligió un religioso de La Salle para que el presidente del Gobierno se reúna con él, ¿se supone que para impulsar esa investigación tan necesaria? Está mal la total falta de empatía que la jerarquía de la Iglesia católica muestra con las víctimas de los abusos sexuales y también la apropiación indebida de bienes. 

Pero aún está peor su falta de compromiso con la justicia, entendida como virtud cardinal tal como la definen en su propio catecismo.