Tras las palabras de Rajoy avalando por anticipado un gobierno de Casado y Abascal («Casado tendrá que pactar con Vox», «o gobierno Frankenstein o gobierna la derecha»), la suerte está echada y marcado el rumbo de la futura campaña electoral, que se basará solo en el voto en contra. Unos votarán contra el gobierno Frankenstein y otros, provistos de dientes de ajo, contra los colmillos de un posible gobierno Drácula. Esto confirma que, en política, cuando uno se va lo mejor es irse para siempre y no quedar en la trastienda como un fantasma que susurra voces sibilantes o arrastra cadenas por los congresos. Rajoy fue buen gobernante, se fue dignamente a casa (a pesar de los motivos) y hubiera quedado como un referente histórico de derecha centrista, pero en algunos el pasado pesa y lo devuelve a los orígenes (en su caso Alianza Popular, partido creado por franquistas nada arrepentidos.