Venga! Contadme. ¿Quién se recogió más tarde en Nochevieja? ¿Quién llegó a las diez de la mañana con churros? ¿Quién se sentó encima de los churros al dejarse caer en el sofá? ¿Quién está castigado/a por la mancha de aceite y chocolate en el cojín? De la que nos hemos librado esta vez. Vean, no hay mal que por bien no venga, ni cuerpo que lo resista. Todos ordenados, fila en fila, sin rozarnos, con las bocas tapadas y para casa… sin equivocarse de portón. ¿Habrá algo más hermoso que el orden? Sí, el desorden estudiado. Rían, si reír es gratuito siempre y cuando no lo hagan encima de nadie. ¿Y las cenas covidtanas? Todas de igual sabor. Sabor a agua. Cenas sin distinción de clases porque daba igual comer caviar que chupar el palo de la escoba. Sublime. ¿Habrá algo más hermoso que la igualdad? Fíjense que yo, al abrir una lata de alcachofas disparé mi imaginación y pensé que estaba cortando hueva de mújol. Le saqué a la flor de Lorca sabor al aperitivo del Mar Menor. ¿Mar Menor he dicho? No, que de este tema nadie se debe acordar. Y ahora, a guardar las lentejuelas y los brillis, que ya toca. ¿Habrá algo más hermoso?