La prueba del 9 de la izquierda española es reconocer el derecho a la existencia de los casi cuatro millones de votantes de Vox y sus ideas, en tanto que sean constitucionales. Es el mismo trato que hay que dar al resto de partidos. La República no es constitucional, y está en el ideario de toda la izquierda. Vox tiene un programa de máximos que nunca podrá desarrollar, porque nunca alcanzará los dos tercios del electorado. Lo mismo que el resto de partidos. Igual.

Ha dicho un conocido cineasta que él le niega la existencia a Vox, memez supina. Me recuerda a cierto general del ejército español que, en los principios de la Transición, afirmó rotundamente, refiriéndose a los homosexuales: «En el ejército no existe ese problema porque no hay homosexuales». Primero, se refería a ellos como problema, y segundo, ignoraba que los homosexuales están en todos los colectivos con una mínima cantidad crítica. Son parte de la naturaleza, como los pelirrojos o los que medimos 1,67 metros. Ambos personajes genéricamente citados no es que ignorasen la realidad, es que la negaban.

Pues eso pasa con Vox. Está ahí, y ha logrado que la Justicia declare inconstitucionales los dos periodos de confinamiento que el Gobierno decretó para meter decretos-ley claramente abusivos. Por cierto, ¿no van a tener consecuencias ese par de sentencias? Me parece increíble. E inaceptable.

Las ideologías en España son inmiscibles. Y no transigen con el centrismo moderado. Yo sabía que Cs iba a fracasar. Lo sabía y me lo temía. Y perdón por el pegote adivinatorio a posteriori. Las ideologías, cristalizadas en partidos, en este país, sólo pueden soportarse. No convivir, ni siquiera coexistir. Únicamente pueden soportarse. Es lo que pide el presente texto. Conozco algo más que someramente la Historia de España del siglo XIX, y extraje esa consecuencia. España son, como dijo Machado, dos Españas. Y no cabe nada más que ese soportarse que digo. Desgraciadamente, es así.

La primera muestra de esta mala entente, pero entente, que postulo como única posible, es abandonar la terminología ultraizquierda (Podemos lo es) y ultraderecha (en alusión a Vox). Son la Izquierda Auténtica y la Derecha Auténtica. Lo de ultra me suena y me huele a gasógeno, a los guantes de estraperlo de don Juan March y a los goles de Zarra en el Bernabéu. Por eso, Derecha e Izquierda Auténticas.

Vox, al contrario que Cs, es alternativa sólida, y no va a desaparecer. Dejen de demonizarla. O no, por supuesto: liberté.

Para mucha gente, la mayoría actual en este país, el demonio es Podemos, con su praxis marxista traspasada al PSOE. El pez chico se está comiendo al grande. Muchos esperemos que esa contranatura no se extienda en el tiempo. No hace falta ser de Vox para desear que acabe esa anomalía política. Ya está.