Para poder tener una idea general del estado del ferrocarril en la Región de Murcia, debemos abordar necesariamente el Corredor Mediterráneo, la Alta Velocidad y, especialmente tras los últimos acontecimientos, los trenes de Cercanías. Y solo entonces podremos darnos cuenta de cómo los retrasos y la demora en la llegada de esas dos grandes infraestructuras de transporte han convertido a la Región de Murcia en una isla ferroviaria.

Nadie duda de la gran importancia del Corredor Mediterráneo para los puertos de la fachada mediterránea, pero también para el desarrollo del conjunto de España. Pues bien, durante mucho tiempo hemos sido víctimas de cierta marginación en los tramos del Levante y especialmente en nuestra Región, que además está siendo condicionado por las obras de la Alta Velocidad.

El papel del Gobierno regional ha venido siendo de seguimiento y reivindicación, en la defensa inquebrantable de los intereses de nuestra Región. Las decisiones erróneas tomadas últimamente por el Gobierno de España han supuesto una nueva paralización de este corredor básico, toda vez que depende de estas infraestructuras que están en ejecución.

En cuanto a la Alta Velocidad, todo parece indicar que por fin va a llegar a la Región de Murcia. Eso sí, muy, pero que muy tarde, algo que debemos agradecerle al PSOE. Porque ellos son los únicos responsables de que se desmontasen catenarias y vías auxiliares que permitían la simultaneidad de las obras del soterramiento con la llegada del AVE. Utilizaron el soterramiento de forma interesada y vertiendo falsedades, prometiendo retirar pasarelas que luego no quitaron, llamando muros a paneles de protección de obra.

Porque cabe recordar que las obras del AVE se iniciaron en noviembre de 2017. Se planificaron, por tanto, con un Gobierno del Partido Popular, se licitaron y se comenzaron a ejecutar en 2017 por el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Seguidamente se encargaron los proyectos del resto de tramos para garantizar el protocolo firmado en 2006.

Ahora, para más inri, Adif ha anunciado que va a iniciar el soterramiento entre la estación de Murcia, Barriomar y Nonduermas, aunque sin acuerdo con la Junta de Hacendados, lo que puede provocar la paralización cautelar vía judicial. Un posible retraso más que reafirma la posición del Partido Popular de lo necesaria que era la llegada del AVE provisionalmente en superficie.

Todo lo cual nos lleva a las líneas de Cercanías y su cierre por parte del Gobierno de Sánchez. Una decisión política, unilateral, tomada de espaldas a los ciudadanos y sin el más mínimo diálogo con el resto de Administraciones, y que va a suponer un perjuicio para miles de ciudadanos, que contemplan perplejos cómo se toman decisiones que afectan a sus vidas sin consultarles lo más mínimo.

Las nefastas consecuencias del cierre de la línea de cercanías son evidentes: miles de personas van a tener más complicado acudir a sus puestos de trabajo o desplazarse a la Universidad, lo que llevará a la inmensa mayoría, según los propios estudios de Adif, a optar por el transporte en vehículo privado, lo que necesariamente va a provocar mayores retenciones a las que ya se producen en la A7 y en el nudo de Espinardo. Lo cual además va a generar más accidentes y más contaminación en nuestras carreteras, algo en contra de los objetivos de la Unión Europea. Pero todo esto poco importa a Pedro Sánchez y a sus seguidores, ya que consideran que llevando en la solapa el logotipo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ya hacen bastante por la sostenibilidad.

En cuanto a la alternativa planteada por Renfe, pocos en su sano juicio cogerán unos autobuses que duplicarán la duración del trayecto en cualquier otro medio de transporte. Y para mayor escarnio, el plan de Adif deja literalmente en tierra a 90.000 murcianos con discapacidad al no permitirles subir a los autobuses alternativos. Otra muestra de la improvisación y el carácter chapucero de la medida adoptada.

Estamos ante el enésimo menosprecio a la Región de Murcia y a todos sus habitantes. Esta ansia de revancha con nuestra tierra que el presidente Sánchez está demostrando, cada vez con menos disimulo, no escapa a prácticamente ningún ciudadano, prácticamente, ya que existe un reducto de acólitos de Pedro Sánchez, los socialistas murcianos, que o poco parece importarles el futuro de nuestra región o mucho temen a su líder nacional. Tanto es así que con tal de plegarse a los caprichos de Sánchez son capaces de desmarcarse de un pacto de suma importancia para que la Región no se convierta en una isla ferroviaria, que ha sido secundado por el resto de las fuerzas políticas de la Asamblea Regional.

No dejaremos de preguntarnos cómo se puede justificar la supresión de la línea de cercanías hasta, como poco, 2025 habiendo alternativas sobre la mesa. Ni cómo los socialistas de la Región no han sido capaces de defender los intereses de aquellos que los eligen sus representantes. Esto solo se puede llegar a entender como un castigo más del Gobierno de Sánchez a la Región de Murcia, con la complicidad de sus representantes regionales.